Secciones
Servicios
Destacamos
Ivia Ugalde
Lunes, 16 de agosto 2021
Preso de la calamidad y la devastación, Haití parecía haber caído ayer en una espiral de tragedia sin fin. Mientras los equipos de rescate batallaban por hallar vidas bajo los escombros en el devastado sur del país y los muertos por el terremoto del sábado ... eran ya cerca de 1.400, miles de personas sobrevivían como podían a la intemperie con la vista puesta en el cielo. Porque hacia allí precisamente enfilaba su camino este lunes por la noche la depresión tropical 'Grace', decidida a acentuar la catástrofe ante las alarmas del mundo, que en una pelea agónica contra el tiempo enviaba aviones con ayuda a Puerto Príncipe para hacerlos llegar a los damnificados antes del azote de la tormenta.
Las dificultades en el país más pobre del hemisferio occidental se multiplicaban en un terreno abonado al caos. Una multitud de médicos y trabajadores humanitarios se agolpaba en el aeropuerto de la capital para tomar vuelos chárter domésticos o privados con equipos humanitarios y suministros para las zonas más castigadas. Por aire o por barco eran las únicas formas de acceder ya que tras meses de agitación política las pandillas se han hecho fuertes y controlan las rutas de acceso clave del país.
Ante la urgencia de la situación, Naciones Unidas pidió ayer establecer un «corredor humanitario» a fin de poder garantizar el paso de la asistencia por las carreteras en las que operan las bandas. El Gobierno, si bien aseguró que trabajaba en la puesta en marcha de una ruta segura, continuaba haciendo uso de barcos y helicópteros para transportar la ayuda. «Ante la emergencia, no hay tregua», aseguró el primer ministro, Ariel Henry, al avanzar que distintos representantes del Ejecutivo se distribuirán por las zonas afectadas para coordinar las intervenciones y obtener una evaluación «más precisa» de las necesidades.
«Tenemos un problema serio», se lamentaba, por su parte, Jerry Chandler, director de la Agencia de Protección Civil, al detallar cómo miles de personas que perdieron sus hogares por el seísmo duermen ahora en las calles, sobre todo en la sureña localidad de Los Cayos, unas de las más afectadas. El mayor problema, según explicó, es que estas familias estarían expuestas a las fuertes lluvias que traerá consigo la tormenta 'Grace', en medio de un riesgo creciente de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera. Sin olvidar el peligro acentuado de contraer el Covid ante la falta de mascarillas y de medios para mantener una higiene adecuada.
El balón de oxígeno lo ofrecía ayer a Haití la solidaridad internacional. El mundo al rescate, como ya sucedió cuando un catastrófico terremoto arrasó Puerto Príncipe en 2010 y se cobró la vida de más de 200.000 personas. El Gobierno mexicano envió en dos aeronaves de la Secretaría de la Defensa Nacional un total de 19 toneladas de víveres e insumos como medicamentos, leche en polvo, agua embotellada, cobijas, kits de higiene, lámparas, carretillas, palas y otras herramientas. Estados Unidos, por su parte, aportó suministros vitales y desplegó un equipo de búsqueda y rescate urbano de 65 miembros con equipo especializado que se unieron al grupo de salvamento enviado por Chile y la treintena de bomberos procedente de Ecuador. A ello se sumaron los paquetes nutricionales y sanitarios enviados por la ONG World Vision, la distribución de ayuda por parte de Cáritas, los 50.000 euros de la Cruz Roja Española para apoyar las primeras labores de respuesta, así como los nueve expertos en emergencias ofrecidos por el Ejecutivo español al Mecanismo Europeo para su despliegue en Haití.
El objetivo es asistir a la zona sur del país antes de que la situación se vea recrudecida por la llegada de la depresión tropical 'Grace', previsiblemente en la madrugada de hoy, hora local. La tormenta avanzaba anoche hacia Haití con vientos máximos sostenidos de 55 kilómetros por hora y ráfagas más fuertes. Se espera que descargue lluvias intensas en la región meridional que podrían alcanzar los 38 centímetros en algunos puntos, según las proyecciones del estadounidense Centro Nacional de Huracanes (NHC).
Entretanto, mientras la red telefónica seguía inactiva en las áreas más remotas, la situación de los cerca de 7.000 heridos era descorazonadora. En Jeremie, al noroeste de Los Cayos, los médicos se veían obligados a tratar a los pacientes en camillas debajo de los árboles y en colchones a un lado de la carretera debido a la fuerte presión que padecen los centros sanitarios, muchos de los cuales han sufrido graves daños por el terremoto. Prueba de ello era que en el hospital general de la ciudad los bebés eran transportados ayer fuera de la unidad de cuidados intensivos por el temor a que el edificio se viniera abajo.
Otros, como Jeanette Pierre, cuyo primo murió en el terremoto, aguardaban en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Los Cayos a ser trasladados a Puerto Príncipe para recibir asistencia. «Fuimos al hospital pero no había suficientes médicos para atendernos», lamentaba junto a su padre, de 71 años, cuyas dos piernas quedaron fracturas al derrumbarse su casa durante el temblor. Cientos de personas seguían ayer desaparecidas, sepultadas bajo un amasijo de escombros que hace temer que el número de fallecidos sea en realidad mucho mayor, como temen las autoridades.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.