El parón de este jueves organizado por la CGT es de 24 horas. EFE

Milei hace frente a la segunda huelga general en Argentina en menos de cinco meses

Los «recortes motosierra» del presidente han provocado un centenar de manifestaciones de una sociedad descontenta tras ver cómo sus salarios han decaído casi un 20% desde inicios de año

Asier Quintana

Jueves, 9 de mayo 2024, 19:50

Cinco meses como presidente de Argentina le han bastado a Javier Milei para revolucionar el país. Lejos de los pronósticos que auguraban una breve legislatura, el mandatario parece avanzar sin problemas con sus propósitos. Continúa cumpliendo lo que prometió en campaña de la mano de ... sus «recortes motosierra». Pero pese a que en el ámbito institucional no encuentre obstáculos, la sociedad no está conforme con la situación y las medidas propuestas por el ultraderechista. En medio de una controvertida reforma laboral que se vota estos días en el Senado y tras la caída salarial, la tensión va en aumento, como ha quedado de manifiesto este jueves con la segunda huelga general de lo que va de legislatura.

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Miles de gremios han visto cómo su sueldo ha caído un 17% en cuatro meses mientras el Gobierno intenta aprobar la ansiada 'ley ómnibus'. Con esta cuestionada norma, el gabinete de Milei pretende desregular la economía y reducir el peso del Estado declarando una situación de emergencia pública administrativa, económica, financiera y energética por un año, lo que dará al Ejecutivo facultades en esas materias, como por ejemplo para privatizar empresas públicas.

La caída salarial estaba ocasionando revuelo, pero el último ajuste a los pensionistas y jubilados ha sido la gota que ha colmado el vaso. La ciudadanía argentina, con el principal sindicato, la Confederación General del Trabajo (CGT) a la cabeza, han llevado así a cabo este jueves la segunda huelga general en el país, al igual que el pasado 24 de enero, pero esta vez de 24 horas. Con esta última acción, en 150 días de mandato, Milei ha vivido dos parones totales y otros tantos de autobuses y docentes, además de una huelga de trenes, otra de empleados aeronáuticos y 100 manifestaciones en contra de sus recortes.

«El ajuste de precios, tarifas y esta intención de achicar los salarios a lo único que nos va a llevar es a un proceso recesivo, a un nivel que es inaceptable. Por ese motivo tomamos la decisión de convocar la huelga», explicó el secretario general de CGT, Héctor Daer. Uno de sus compañeros en la dirigencia del sindicato, Edgardo Llano, aseguró a la agencia de noticias Sputnik que «el poder adquisitivo ha caído un 40% respecto a octubre de 2023, y eso va a ser difícil de recuperar». Considera que el actual Gobierno «libera todos los precios», pero bloquea los sueldos.

A la movilización de la CGT se han sumado los trabajadores del servicio de transporte, aeronáutica y la banca. También ha secundado la huelga la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), el mayor sindicato de los empleados del sector público en Argentina, que han valorado como «acertada» la decisión del parón, asegurando que ellos también se ven «brutalmente vulnerados» por las acciones de Milei.

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Sin capacidad de consumo

Si bien hasta ahora el orden social no se ha alterado pese al ajuste fiscal y el sensible cuadro económico, desde el sindicato advierten que «si la inflación baja es porque la gente ya no puede consumir» y que esperan que el Gobierno «tome nota» de los reclamos porque «los discursos que escuchamos desde la Casa Rosada no tienen nada que ver con la realidad que viven los trabajadores».

Las manifestaciones comenzaron desde primera hora de la mañana, sobre todo en la capital, Buenos Aires, con pancartas contra los recortes, gritos y piquetes por las calles que la Policía mantuvo lejos de la residencia presidencial.

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Aunque las desangeladas calles capitalinas recordaban a la época de la pandemia, con un obelisco que observaba cómo las carreteras que lo rodean estaban prácticamente vacías, en barrios como Fiorito, una farmacéutica ha funcionado como si de un día más se tratara, al igual que hicieron varios supermercados y agencias de loterías.

El Gobierno, por el momento, ha asegurado que el transporte público funcionaba al 40% y esperan que al final del día esa cifra suba a más de la mitad. Para transmitir normalidad, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich ha querido mostrar cómo se podía ir a trabajar en autobús y ha calificado como una «muestra de debilidad» el parón comandado por el sindicalismo.

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La gente que no está a favor de la movilización ha intentado trabajar con total normalidad en las ciudades, pero algunos de ellos se han encontrado con impedimentos por parte de los manifestantes. Desde pinchazos en las ruedas de los coches a la rotura de ventanas de un autobús que a la mañana se ha prestado a dar servicio.

Otros han ido a trabajar por miedo a las amenazas del Gobierno a los asalariados públicos. El portavoz presidencial, Manuel Adorni, llamó el pasado miércoles a la CGT «fundamentalistas del atraso» y aseguró que la huelga no tiene una causa aparente. Aseguró que aquel funcionario que no acuda a su puesto no cobrará el día y que todos aquellos que se han manifestado este jueves «quieren seguir haciendo de Argentina un camino de servidumbre».

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