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Dagoberto Escorcia
Bogotá
Sábado, 28 de diciembre 2019, 23:10
«No volverán a la presidencia de la República, ni a la Gobernación de La Guaira, ni a ningún espacio de poder». Las palabras amenazantes de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela están destinadas a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional, de la que es ... presidente el líder opositor y a la que el 5 de enero los chavistas intentarán controlar en unas elecciones anticipadas.
«Vamos a hacer todo lo posible en el marco de la ley, la Constitución y la legalidad para que la AN sea rescatada por una mayoría bolivariana. Una AN repotenciada, trabajadora y útil al país», advirtió Maduro en septiembre. El líder bolivariano considera que la Asamblea Nacional lleva desde 2015 «saboteando la economía, saqueando el país y llamando a la invasión».
El acoso al poder legislativo ha llevado a Maduro a anticipar unas elecciones que tendrían que celebrarse en 2021, al final del mandato. Sus esperanzas de controlar la AN pasan por frustrar la reelección de Guaidó. El líder opositor es consciente de que para tener 'quorum' se necesitan 84 votos -actualmente suma 167 frente a los 51 del PSUV, partido del régimen-, pero, con 27 diputados en el exilio, otros 29 enjuiciados y otros cuantos tentados por Maduro a través de sobornos, puede perder la mayoría.
Maduro comenzó hace meses la operación 'Alacrán', cuyo principal objetivo es frustrar la reelección de Guaidó al frente del órgano legislativo. Guaidó intentó el pasado día 17 neutralizar la ofensiva. La Asamblea aprobó por unanimidad unas modificaciones al reglamento de Interior y de Debate que avalaran el uso de las nuevas tecnologías en las sesiones asamblearias. Con ello, Guaidó aspiraba a que los diputados en el exilio o en la clandestinidad pudieran participar de forma virtual en la próxima votación. Pero esta medida fue suspendida inmediatamente por el régimen.
Mientras, Venezuela sigue viviendo en jaque. Maduro quiere acabar con la Asamblea Nacional que preside Guaidó y el líder opositor ha perdido fuerza al descubrirse en su alianza corruptelas provocadas en parte por el régimen, que ha intentado sobornar a diputados de Guaidó para revertir sus votos. El ataque es frontal. Si se niegan, allanan sus viviendas, los persiguen y los exilian.
Guaidó ha perdido popularidad y sus llamamientos a la movilización ciudadana ya no surten el mismo efecto que al principio. El pueblo venezolano ha entrado en una apatía. No se moviliza, pero ha encontrado estrategias para resistir y burlar la hiperinflación. Utiliza divisas extranjeras -el peso, el real, el dólar...- para superar la crisis económica, especialmente en estas fiestas navideñas. Es curioso que sea el dólar, la moneda considerada enemiga del régimen de Maduro, la que alivia la situación de los venezolanos, pero nadie cree en el petro, la moneda virtual de la economía de Maduro. Lo único cierto es que los secuestros de diputados no han parado y que Venezuela sigue siendo el país más desigual de Latinoamérica. El que protesta es reprimido y el que reclama es encarcelado.
Maduro, entretanto, parece vivir en otro país y clama que «Venezuela es mucho más bella que los países donde están lavando inodoros» en un último mensaje a los millones de venezolanos que han marchado del país, que inmediatamente han respondido: «Maduro lavará inodoros en la cárcel».
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