El presidente venezolano, Nicolás Maduro, y su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega. EFE

Maduro encuentra a su gran aliado en el presidente de Nicaragua

Daniel Ortega arremete contra quien cuestiona el triunfo electoral del líder chavista, a quien enviará «tropas sandinistas» si se desata una «guerra civil»

Sábado, 31 de agosto 2024, 18:55

Nicolás Maduro es un líder cuestionado dentro y fuera de Latinoamérica, más si cabe desde el pucherazo electoral del 28 de julio, pero aún le quedan espejos donde mirarse en su entorno. Daniel Ortega es uno de ellos. Entre los presidentes de Venezuela, que cumplirá ... 62 años en noviembre, y Nicaragua, que hará 79 el mismo mes, hay admiración y unas cuantas coincidencias. Y ambos se resisten a abandonar el poder. El segundo gobierna desde hace un cuarto de siglo. El primero se puso al frente del país caribeño hace algo más de una década y se reivindica como ganador de los últimos comicios presidenciales para asumir un tercer mandato de seis años pese a las acusaciones de fraude de la oposición y la negativa de Estados Unidos, la UE y la mayor parte de las naciones sudamericanas a reconocer los resultados de esas elecciones.

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Si Maduro cuenta con un sostén entre sus vecinos ahora que la mayoría le ha dado la espalda ese es Ortega, que se ha sumado a la guerra abierta por el presidente venezolano contra todo aquel que cuestiona el último proceso electoral. El líder nicaragüense rompía hace unos días las relaciones de su país con Brasil después de que Luiz Inácio Lula da Silva, a quien llamó «arrastrado», no reconociera el triunfo chavista. Pero su apoyo al líder bolivariano va más allá de lo diplomático y le ha ofrecido incluso «combatientes sandinistas» para reforzar su ejército en caso de que la ya delicada situación de Venezuela salte por los aires y derive en una «guerra civil».

Maduro y Ortega nacieron bajo un espíritu libertario. El presidente nicaragüense se crió curiosamente en un municipio llamado La Libertad, a 175 kilómetros de Managua, la capital, y creció como un defensor de la libertad de expresión y del fin de la dictadura de Anastasio Somoza -con dos etapas en el poder, entre 1967 y 1972 y de 1974 a 1979- y con la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional, del cual sigue siendo uno de sus principales jefes. Pero la reconstrucción prometida para su nación en sus momentos álgidos como guerrillero se ha convertido en una transformación de Nicaragua lo más parecida a la llevada a cabo por el antiguo dictador.

El presidente nicaragüense no guarda ningún respeto por sus ideas iniciales ni por los amigos que lo acompañaron en la lucha y que tuvieron que desertar del país o están encarcelados. Mucho menos por sus opositores, a quienes persigue sin pudor. Como Maduro. No le duele aplicar la censura a la prensa, cerrar medios de comunicación o adueñarse de sus redacciones. Pese a que hace un año liberó a más de 200 presos políticos -a quienes desterró a Estados Unidos y los declaró apátridas-, muchos son los críticos con sus sucesivos gobiernos que continúan en la cárcel.

Frentes comunes

Hace solo unos días ordenó el cierre de golpe de otras 1.500 oenegés y confiscó sus bienes, que ahora pertenecen al Estado. Le dio exactamente igual que entre ellas hubiese organizaciones religiosas, educativas, empresariales, médicas, indígenas o que defendieran la diversidad sexual. Ya son 5.232 (de las más de 7.000 que funcionaban en 2017) las entidades que Ortega ha fulminado. La ley para dar la puntilla a la última tanda de ellas fue aprobada sólo unos días después de que Maduro sacara adelante otra normativa similar.

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El líder bolivariano, como Ortega, gobierna con el látigo en la mano. Pacta unas elecciones democráticas pero luego impone miles de restricciones, inhabilita a opositores y obstaculiza la limpieza de los comicios. Encarcela a rivales y periodistas, cierra medios de comunicación y tiene todo el poder de los órganos oficiales, como el Tribunal Supremo, que la semana pasada validó su victoria en las urnas con el 52% de los votos, como a finales de julio hiciera el Consejo Nacional Electoral, otro organismo en manos del chavismo. También cuenta con todo el apoyo del ejército y de la Policía Nacional.

El presidente venezolano, que se enfrenta estos días al momento de máxima tensión con la oposición en años, gobierna bajo la espada de Simón Bolívar y la autoridad del comandante Hugo Chávez, con quien llegó al poder en 2006. Tras hacerse con la presidencia tras su muerte en 2012, y al año siguiente ser elegido en las urnas, manda por decreto. La situación del país caribeño, uno de los Estados más ricos en petróleo, es deprimente. Más de 8 millones de ciudadanos se han visto obligados a emigrar en lo que se considera el mayor éxodo protagonizado en América Latina.

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El país recupera el servicio eléctrico tras doce horas de apagón

Venezuela recuperó este sábado el servicio eléctrico tras el apagón de doce horas que dejó al país a oscuras y que el régimen chavista atribuyó a un «sabotaje» de la oposición. El problema se originó en la planta hidroeléctrica Simón Bolívar, la principal generadora de electricidad de la nación caribeña, sobre las 4.00 (hora local) del viernes.

«Vamos normalizando, regularizando, paso a paso con garantías, con seguridad», informó el presidente, Nicolás Maduro, que tachó lo ocurrido de «contraataque». Venezuela sufre habitualmente cortes del suministro eléctrico que los expertos relacionan con la falta de inversión desde el Gobierno.

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