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Juanita Castro, hermana de Fidel y Raúl Castro, falleció el lunes en un hospital de Miami. Tenía 90 años y una biografía rebelde que ella misma recogió en un libro sobre su familia redactado en 1999 y que mantuvo en secreto durante diez años hasta ... que se decidió a publicarlo. Juanita, la 'hermanísima', luchó al lado de sus hermanos contra el dictador Fulgencio Batista. Luego, cuando Fidel subió al poder y enarboló el marxismo, se peleó con él. Ayudó a huir de Cuba a muchos represaliados y, católica militante, protegió a los religiosos. En 1964, cuando Raúl ya no pudo defenderla más de Fidel, huyó a México antes de afincarse en Miami. El exilio no la alejó de la lucha. Colaboró como espía con la CIA frente al régimen de sus hermanos y ya nunca regresó a su isla ni habló con ellos. De la CIA también se hartó cuando se sintió utilizada. A su manera, ella también fue una revolucionaria.
Nació en 1933. En una familia numerosa llena de hermanos: Ramón, Fidel, Raúl, Angelita, Enma y Agustina. Estudió la carrera comercial en el colegio de las monjas Ursulinas de La Habana y montó un cine, el 'cine Juanita', en su pueblo, Birán. Publicó su libro ('Fidel y Raúl, mis hermanos: la historia secreta') para desmentir que su padre, Ángel Castro, fuera un empresario explotador. Gallego de origen, es descrito por Juanita como un hombre generoso. Por eso publicó en 2009 el libro, «para defender el honor de la familia» y, también, para desenmascarar a Fidel.
Raúl y Fidel eran impares. Tan distintos. El primero jugaba con Juanita, bromeaba. «Me llamaba 'Juanita' Palangana y una vez, haciendo de barbero, me cortó el pelo al cero», recordaba. Era cariñoso. Lloró en el funeral de su madre. Fidel no derramó una lágrima. Lo perfila como un ser egoísta y sin sensibilidad para el dolor ajeno. «Lo único que le motivaba era el poder», contó Juanita en una entrevista en XL Semanal.
En ese relato desnudó a Fidel, que, según decía, ni siquiera era comunista: «Lo fue para perpetuarse en el poder. Nunca fue ni marxista ni leninista. Cuando anunció por la televisión que lo era, en casa nos quedamos de piedra. Mi mamá tenía los ojos llenos de lágrimas. ¡Qué actor! Jamás en la vida Fidel fue comunista, ¡jamás!». Adoptó esa ideología, insistía Juanita, por conveniencia. «Después de derrocar a Batista, meditaba el rumbo a seguir: si se aliaba con los norteamericanos, tendría que convocar elecciones democráticas; si lo hacía con los rusos, no. Estaba claro».
En la vida de Juanita Castro se cruzó también otro personaje de la época, el Che Guevara, tan cercano a Fidel. El retrato que hizo de él nada tiene que ver con la imagen mítica que mantiene aquel revolucionario: «Nunca me gustó. Parecía sucio, como si no se hubiera bañado. Era un aventurero, inteligente, pero sin sentimientos. Nadie podía soportarlo. No perdía el tiempo a la hora de mandar gente al paredón». Y, a juicio de Juanita, su labor en el gobierno cubano colaboró en la bancarrota de la isla. «Era un ignorante. No sabía nada de economía y fue un desastre como director del banco nacional y como ministro de Industria». La hermana de los Castro asegura que el Che se opuso a impulsar explotaciones petrolíferas porque así seguían dependiendo del régimen soviético, que facilitaba el combustible a bajo coste.
Juanita luchó en la sombra contra el gobierno de sus hermanos. Ayudó a huir a más de 200 perseguidos. Y a muchos religiosos. Por la pensión que regentaba en La Habana pasaban ocultos algunos de aquellos represaliados. Los servicios secretos dirigieron el foco hacia ella. Raúl Castro, el hermano cariñoso, advirtió en 1964 a Juanita sobre su inminente encarcelación. Huyó. A México.
Y más tarde, a Estados Unidos, donde consiguió la ciudadanía en 1984. Allí fue rechazada por muchos huidos de Cuba, que la veían como parte de la dictadura de su hermano. Aun así, desde el exilio colaboró en una radio para enviar mensajes contra el régimen cubano y, por medio de una amiga, se hizo espía de la CIA. «Ellos me lo pidieron», confesó. «No cobré un centavo. Lo hice por mi país. Quería ayudar a compatriotas desesperados. Y mis apellidos abrían muchas puertas». Ella cerró la de CIA al sentirse «manipulada». 'Donna', que era su nombre clave en el servicio secreto estadounidense, dejó ese trabajo clandestino. Se dedicó a la farmacia que había abierto en 1973 en Miami y, mucho tiempo después, le contó su vida a la escritora María Antonieta Collins, la autora de la biografía en la que desmonta la figura de su hermano Fidel, que falleció en 2016 también a los 90 años.
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