Sebastián Piñera falleció el martes mientras pilotaba un helicóptero tras visitar a un amigo. Volar y las amistades que conservaba desde la infancia eran dos de las grandes pasiones del expresidente chileno, un personaje audaz y emprendedor que tenía 74 años y que fue el ... primer político conservador que dirigió el país tras la dictadura de Augusto Pinochet. Su apuesta por la democracia resultó clave para que el país se alejara de aquel periodo de tiranía militar. Fue un empresario de éxito y como buen gestor negoció mejor que el resto de Latinoamérica el acceso a las vacunas durante la pandemia de Covid-19. Presidió Chile entre 2010 y 2014 y luego desde 2018 a 2022. Y ahora, en teoría retirado, era aún uno de los políticos más valorados en las encuestas electorales.
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Cristian Pizarro, editor del diario chileno 'El Mercurio', mantuvo muchos encuentros con Piñera. «Tenía una memoria privilegiada y un gran sentido del humor. Te recibía siempre con una broma que te descolocaba», recuerda. En aquellas entrevistas, como siempre, el entonces presidente sacaba su bloc de notas. «Lo anotaba todo con un lápiz azul y, con una regla, subrayaba de rojo algunas frases que consideraba más relevantes», apunta Pizarro. Decía que ese método le había dado resultado en el colegio y después en la Universidad de Harvard, donde se doctoró en Economía. «Por eso, no entendía que alguien fuera a hablar con él y no llevara un cuaderno de notas», añade. «Durante una entrevista hablamos de un asunto, de un dato que él no recordaba bien. Me pidió un momento. Cerró los ojos. Hubo un silencio. Los abrió y ya lo sabía. Me dijo que tenía memoria visual y que ya se acordaba de en qué página había anotado aquel dato».
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En otra ocasión, también con Pizarro como interlocutor, el periodista tomó notas de la entrevista, pero no tan ordenadas como las que siempre redactaba el presidente. «Vio lo que yo había escrito y me dijo que así no me iba a acordar ni de la mitad. Así que me dio las notas que él había escrito». Las guarda, claro. Piñera era meticuloso, perfeccionista. «Y exigente con sus ministros, que cuando hablaban con él tenían la impresión de estar siendo sometidos a un examen. Controlaba todas las áreas». Piñera ejercía de líder y creó una derecha distinta en un país que se alejaba de la dictadura.
Fue el tercero de los seis hijos que tuvieron Magdalena Echenique y José Piñera, un diplomático y embajador afiliado al partido demócrata-cristiano, de centroizquierda. Su hijo Sebastián, ingeniero y economista, optó por la derecha. En 1989 ya fue senador y se sumó a las filas del partido Renovación Nacional, que pronto dirigió. Aspiró a la presidencia de Chile en 2005, cuando fue derrotado por Michelle Bachelet. Insistió en 2009 y ganó para convertirse en el primer presidente conservador elegido democráticamente desde 1958. «Luchó por la recuperación de la democracia en Chile durante la década de los años ochenta, cuando era un joven economista y un incipiente empresario», rebobina Pizarro.
Su primer mandato se saldó con éxito. «Fue positivo, potente», subraya Pizarro. Piñera llegó al cargo apenas diez días después del terremoto que hizo trizas buena parte del país. Le tocó reconstruirlo. «Mostró su habilidad para coordinar ese proceso, que fue exitoso», agrega. «Cuando un grupo de 33 mineros quedó atrapado durante 69 días, también demostró su voluntad, su empeño, su resistencia». A juicio del editor de 'El Mercurio', Piñera «consolidó» la democracia y contribuyó decisivamente al desarrollo económico que disfrutó Chile durante ese periodo. «La economía creció un 5,5 por ciento, superando a sus antecesores en la presidencia», compara. Se crearon un millón de empleos y el país se convirtió en un buen reclamo para la inversión extranjera. «Si sólo se le midiera por ese mandato, Piñera sería seguramente considerado el mejor presidente chileno», afirma Pizarro.
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Tras otra presidencia de Bachelet, Piñera tuvo un segundo periodo al frente del país (2018-2022). Regresó con un lema: 'Vienen tiempos mejores'. No lo fueron. La economía entró en crisis y se produjo un estallido social. La ola de violencia desatada en octubre de 2019 arrinconó al Gobierno. «Piñera no era un hombre acostumbrado a perder», define el periodista chileno. Era un empresario de éxito, con un fortuna, según Forbes, de 2.600 millones de euros, amasada con negocios en tarjetas de crédito, aerolíneas, cadenas de televisión y en la sociedad propietaria del club de fútbol Colo Colo. De repente, todo le iba mal. «Y tardó en tomar decisiones». Eso sí, como siempre, usó el diálogo y la negociación con sus opositores. Resistió. «Una vez me dijo que estaba allí para defender el estado de Derecho», señala Pizarro. Evitó recurrir a la fuerza militar, lo que hubiera despertado el eco de la dictadura, y apostó por el diálogo y por abrir un proceso constituyente que no encontró el respaldo popular.
En ese ambiente convulso, la pandemia lo cambió todo. El virus vació las calles. Y ahí, en esa inesperada pelea contra la enfermedad, Piñera emergió. «Tenía mucha personalidad. Cogía el teléfono y llamaba a los mandatarios europeos o al primer ministro chino para negociar la compra de vacunas y anticiparse pese a que aún era un medicamento poco probabo». Chile es un país pequeño. Hubiera sido de los últimos en la lista para recibir esa ayuda, pero fue el estado latinoamericano que mejor sobrellevó la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. «Eso le enorgullecía», asegura Pizarro.
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El presidente, como relata Pizarro, también se aseguró de que los envíos en avión desde China no fueran requisados por otros países que hacían de escala, algo habitual ante la falta de fármacos contra el virus. Australia fue clave porque supuso un paso seguro. Piñera trató de convencer a otros mandatarios del continente de la necesidad de acumular vacunas. No le hicieron mucho caso. Aun así, ordenó que uno de aquellos vuelos hiciera escala en Ecuador y Uruguay, dos países muy cercanos, para dejarles parte de la mercancía médica procedente de Pekín.
La exitosa gestión de la pandemia, sin embargo, no le sirvió para ganar otra vez las elecciones. Fuera de la presidencia, mantuvo su alto ritmo. Se dedicó a su familia, a su esposa, Cecilia Morel, a sus cuatro hijos y sus nietos. A sus negocios. A sus pasiones: «Además de volar, le gustaba el fútbol, iba siempre a los mundiales y a los juegos olímpicos», comenta Pizarro. Y a sus amigos. Así falleció, volando de vuelta tras visitar a uno de sus íntimos, el empresario José Cox, que vive en la otra orilla del lago Ranco donde está la casa de veraneo de la familia Piñera. El expresidente pilotaba. Las condiciones meteorológicas eran adversas. La aeronave se elevó. Inestable. Piñera, según el medio 'Ex-ante', maniobró para que pudieran bajar del aparato los otros tres ocupantes, entre ellos su hermana Magdalena. El expresidente, en cambio, no tuvo tiempo. Al parecer, no pudo desabrocharse el cinturón de seguridad tras precipitarse al lago.
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Chile, que sufre estos días un incendio devastador, está conmocionado ante la muerte de Sebastián Piñera, el presidente conservador que se opuso a la continuidad de la dictadura de Pinochet, que sostuvo la democracia y que gestionó con rapidez y tino la crisis de la pandemia. Su sucesor, Gabriel Boric, le despidió así: «El presidente Piñera contribuyó a construir grandes acuerdos por el bien de la patria. Fue un demócrata desde la primera hora». También la socialista Michelle Bachelet valoró «el compromiso del expresidente Piñera con nuestro país y la democracia».
El editor de 'El Mercurio', que tantas veces estuvo con Piñera en el palacio de La Moneda, sabe que «todos los personajes crecen después de muertos». «Pero -agrega Cristian Pizarro- no hará falta esperar mucho para comprobar cómo se engrandece la figura de Piñera. Tiene ya un sitio destacado en la historia chilena».
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