Valparaíso dejó de ser el viernes el valle del paraíso, la joya del Pacífico, para convertirse en una región invadida por el dolor, llena de cenizas, un valle de escombros con sus cerros arrasados por el incendio más grave que ha sufrido en su historia ... reciente. El Gobierno chileno declaró el toque de queda -desde las 21.00 horas hasta las 5.00- para poder llevar a cabo las operaciones de limpieza y ayuda de las zonas afectadas. «Es la tragedia más grande que hemos tenido en nuestro país desde el terremoto vivido el 27 de febrero 2010», manifestó el presidente, Gabriel Boric, que recibió un mensaje de pesar y solidaridad del Rey Felipe VI entre las numerosas muestras de apoyo internacional.
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El mandatario estuvo ocupado ayer también en atender una importante reunión con el Consejo de Seguridad Nacional en la que se tomaron medidas muy próximas a las implantadas por Nayib Bukele en El Salvador para combatir la violencia. «No vamos a permitir que el crimen organizado se normalice, se asiente, ni se consolide. Es un objetivo de Estado, más allá del Gobierno», aseguró el presidente chileno respecto a una norma que otorga a las fuerzas armadas y los carabineros nuevas «facultades para abordar el desafío del orden público y que se focalicen en todas las tareas de seguridad en los barrios y calles».
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En aquel terremoto de hace 14 años fallecieron 525 personas, medio millón perdió su vivienda y dos millones de chilenos resultaron damnificados. Las regiones de Maúle y Biobio fueron entonces declaradas en estado de catástrofe. Los actuales incendios arrojan también unos números terribles: al menos 122 fallecidos -solo 32 habían sido identificados al cierre de esta edición-, más de 70.000 vecinos con su hogar carbonizado y, solamente en Viña del Mar, hasta 190 desaparecidos. El escenario de esta zona del noreste del país, a unos 120 kilómetros de la capital, Santiago, es dantesco. Todo gris, oscuro. Muchos supervivientes piden ayuda, algunos intentan recuperar los cuerpos de seres queridos, otros reclaman desde agua hasta alimentos, ropa, productos de limpieza, generadores eléctricos, velas o linternas.
Una vecina de Viña del Mar, Jessica Barrios, recordaba en declaraciones a la agencia Reuters como las llamas avanzaron con gran rapidez hacia su casa. «En diez minutos el fuego ya estaba sobre nosotros. Había mucho, el cielo se volvió negro, todo estaba oscuro. El viento se sentía como un huracán. Era como estar en el infierno». María Soledad Suárez, otra damnificada, relataba asimismo que ella y su marido habían hablado en más de una ocasión sobre la posibilidad de una catástrofe natural en la región. «Él siempre pensó que habría un desastre, un terremoto o algo así, y que nos quedaríamos sin nada para comer. Así que teníamos tres refrigeradores llenos de carne de vacuno, pollo, fruta y verduras. Todo se ha quemado».
La dramática situación, según algunas fuentes, es consecuencia de la ola de calor -con temperaturas por encima de los 40 grados- y el fenómeno de El Niño, aunque también se sospecha que los incendios han sido provocados. El Ejecutivo tuvo que desplegar un operativo para evitar que se tomaran los terrenos devastados o que se robaran los enseres que se habían salvado de las llamas. Este lunes había aún 40 focos activos. Muchos temen que, cuando las llamas se apaguen, aparezcan restos humanos en muchos de estos lugares y «nos enfrentemos a un número de víctimas muy superior al que se maneja».
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Considerada la joya del Pacífico, Valparaíso -puerto importante y sede del poder legislativo de Chile, a la que Joe Valconcellos dedicó una canción- pertenece a una zona propensa a los incendios. Hasta ahora el más grave que había experimentado sucedió a mediados de 2014, cuando una decena de sus cerros ardió, con un balance de 15 fallecidos y más de 2.800 damnificados. A lo largo de su historia ha sufrido terremotos de notoria importancia, como los de 1730 y 1906. «Tenemos que volver a pararnos», lamentaba en TV Chile un ciudadano que había perdido la que era su casa desde hacía tres décadas.
Abrazando a quienes han perdido a seres queridos o sus viviendas, Boric envió un mensaje a los afectados por los incendios devastadores de la región. «Sepan que no estarán solos. El Estado, el Gobierno y la solidaridad de Chile están con ustedes», escribió en la red X.
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