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La sombra del gigante chino se extiende por el mundo. También se nota en El Salvador, donde Nayib Bukele fue reelegido presidente por abrumadora mayoría el pasado domingo. Ha conseguido que el país más inseguro y violento del continente sea hoy un lugar tranquilo tras ... encerrar a las bandas criminales en la cárcel. Lograda esa paz en tiempo récord, Bukele ha emprendido la modernización de El Salvador. Y cuenta con un aliado de talla enorme. Cuando comprobó que sus relaciones con Estados Unidos estaban en un callejón cerrado, viajó a China. Se entrevistó en 2019 con Xi Jinping y selló un acuerdo para recibir del estado asiático «una gigantesca cooperación no reembolsable». ¿Financiación gratis? No del todo. El Salvador ya había roto relaciones con Taiwán, la isla que reclama China y se sumaba así a los países americanos, tan próximos a Estados Unidos, que entran en la órbita del gigante asiático. Bukele tiene un hermano mayor en Pekín.
Y lo aprovecha para sacarle brillo a su mandato. En noviembre, ya con la recientes elecciones presidenciales en el punto de mira, inauguró en la capital la Biblioteca Nacional, «la más grande y moderna» de Centroamérica. Abierta las 24 horas los 365 días del año porque ahora, como difunden fuentes gubernamentales, se puede andar por la calle con tranquilidad en cualquier momento del día una vez encarcelados cerca de 70.000 pandilleros. La construcción del edificio, de 24.000 metros cuadrados con capacidad para 360.000 libros, ha sido financiada en su mayor parte por China, que ha puesto 50 millones de euros, por 8 del Ejecutivo de Bukele.
Hay más proyectos en marcha con dinero de Pekín: el muelle turístico de La Libertad, la potabilizadora de agua del lago Ilopango y el nuevo Estadio Nacional, que contará con un campo de fútbol, dos de baloncesto y aparcamiento para 1.400 vehículos. Ha comenzado la era de los megaproyectos de Bukele. El presidente ha demostrado una vez más su carácter camaleónico. Durante el inicio de su primer mandato viajó a Estados Unidos y allí criticó la política de China. Bukele se llevaba mejor con Donald Trump. Con Joe Biden no tiene sintonía. Y ahora, en un giro, se abraza a Pekín al asegurarse una inversión «no reembolsable» de más de 450 millones de euros. Mucho dinero para un país de apenas 6,5 millones de habitantes.
A cambio, China pide apoyo en su acoso a Taiwán, como apuntan expertos en geopolítica consultados por la BBC. Pekín ya ha puesto de su lado en esta región a Panamá, Nicaragua y Honduras. Ahora se suma Bukele. Estados Unidos, donde viven dos millones de salvadoreños, es aún el mayor socio comercial del país centroamericano, Pero China gana terrero y ocupa la segunda plaza como proveedor de mercancías en Latinoamérica. Crece a las puerta de su gran competidor, Estados Unidos.
Bukele, que en su último viaje al norte, no fue recibido por Biden, le ha dado la espalda al vecino de arriba y se ha vuelto hacia Asia. Ya tiene la paz en las calles. La siguiente misión es modernizar el país y ha encontrado financiación a coste cero en Pekín, según la versión del Ejecutivo salvadoreño.
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