Las altas temperaturas alimentan una oleada de incendios que Chile es incapaz de sofocar

Ni todas esas aeronaves ni las numerosas brigadas internacionales que acuden en ayuda de los chilenos desde México, España, Colombia o Venezuela han conseguido frenar el desastre. Estados Unidos y la UE también están prestando asistencia o desplazando profesionales y equipos. Y es muy probable que más países de la región americana y de Europa se sumen en las próximas jornadas. Pero todo se queda corto. Así lo ha admitido la ministra de Interior, Carolina Tohá, quien este miércoles ha informado de la existencia de 311 incendios, de los cuales 84 «están en combate». La situación, además, se torna más amenazadora a medida que pasan las horas debido a la persistencia de temperaturas de 40 grados centígrados.

Al menos un millar de casas se han consumido entre las llamas, señala el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred). La calamidad afecta ya a más de 290.000 hectáreas en el centro y el sur del país. Y durante los próximos siete días los termómetros rondarán registros muy altos en Maule, Los Lagos, Ñuble, Bío Bío y La Araucanía, los territorios más damnificados. El calor y la escasa humedad dificultan la extinción del fuego por parte de los brigadistas. Por si fuera poco, el 'Ten Taker', un enorme DC-10 modificado y convertido en un gran hidroavión con capacidad para transportar 36.000 litros de agua, se ha averiado dos días después de su llegada a Antofagasta desde Estados Unidos. Una fisura en una válvula ha obligado a dejarlo en tierra hasta el domingo. Las autoridades confiaban en esta supernave para atacar grandes superficies en llamas y ayudar al resto de la flota de aviones especializados en la extinción.

Tal es la crudeza de las llamas, que las gigantescas columnas de humo que desprenden ha alcanzado a otras regiones cercanas. La capital, Santiago de Chile, y el norte de Argentina están cubiertos por una densa nube de hollín. Las autoridades han recomendado a la población que utilice mascarillas hasta que pase la alarma.

El clima en la zona centro es de tipo mediterráneo. Se caracteriza por un invierno lluvioso y un período de sequía en verano. Esta temporada se suele considerar la de mayor riesgo de incendios forestales. El problema es que la situación se alarga en el tiempo. Chile completa ya catorce años consecutivos de sequía, según el Ministerio del Medio Ambiente, y los últimos once «han sido los más cálidos desde que se tiene registro».

El Gobierno ha indicado que el 90% de los siniestros tiene su origen en la intervención humana. «Hay indicios de que algunos de estos incendios han sido provocados por quemas agrícolas no autorizadas», ha señalado esta semana el presidente Gabriel Boric. La Policía ha detenido al menos a diecisiete personas por su presunta vinculación con el desastre. El subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, ha asegurado que «actuará con severidad» contra los pirómanos que sean detenidos, cuyas sentencias podrían elevarse hasta veinte años de prisión.

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España ha enviado a personal de la Unidad Militar de Emergencias, que cuenta con la experiencia de aplacar virulentos incendios, como los que se vivieron en la península ibérica en 2022. La UME, que ya participó en 2017 en la operación para acabar con la anterior oleada de siniestros en Chile, prestará esta vez ayuda en materia de análisis y asesoramiento.

El presidente francés, Emmanuel Macron, también se ha sumado a la petición de ayuda del país sudamericano, al igual que la Unión Europea y países como México, Colombia, Argentina, Portugal y Estados Unidos, que han enviado efectivos y aviones cisterna. Mientras, el Gobierno chileno coordina con Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela la posibilidad de recibir nuevas brigadas.