La mayoría de los aliados de Washington dan por finalizadas sus misiones

Este jueves varios mandatarios anunciaron su intención de terminar sus misiones en Afganistán el mismo día. Algunos lo hicieron antes del atentado, como Noruega, Países Bajos, Hungría, Canadá o Bélgica. Otros después, como es el caso de Alemania, que a media tarde comunicó que todos los diplomáticos, militares y policías alemanes que se encontraban en Kabul habían abandonado ya el país.

La ministra federal de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, dio por concluido el puente aéreo que la Luftwaffe germana ha mantenido en funcionamiento las dos últimas semanas entre Kabul y Taskent, la capital de Uzbekistan, a donde se dirigían los aviones de transporte del tipo A400M con las personas evacuadas. El Bundeswehr, el ejército federal alemán, aceleró al parecer a lo largo de la jornada la operación de retirada de sus tropas del aeródromo y que inicialmente se iba a desarrollar durante los dos próximos días, una vez concluida la evacuación de civiles. Unos 600 paracaidistas y miembros de los Comando de Fuerzas Especiales (KSK) del ejército germano habían colaborado con los más de 6.000 militares estadounidenses y unidades de otros países aliados para garantizar la seguridad del aeropuerto de Kabul mientras se desarrollaba la operación de evacuación de civiles occidentales y colaboradores afganos junto a sus familiares más inmediatos.

Francia, por el contrario, decidió continuar todo el viernes con su actividad, a pesar de que durante la jornada evacuó a su embajador y en días pasados había anunciado su intención de cesar las operaciones en la medianoche del jueves.

Sólo Reino Unido y Estados Unidos resisten la desbandada, como confirmaron ambos gobiernos. «Vamos a trabajar a fondo, los militares, los equipos del ministerio de Relaciones Exteriores, del de Interior y Fronteras que están allí, haciendo salir a la gente tan rápido como puedan, y vamos a seguir hasta el último momento», afirmó el primer ministro birtánico. En Washington, las primeras reacciones al atentado fueron de reafirmación en la misión que les mantiene en Kabul, como confirmó el general Kenneth McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos.