Salva Kiir Mayardit agacha la cabeza y observa estupefacto la mancha que se extiende por su pernera izquierda. Mientras suena el himno oficial de Sudán del Sur, decenas de dirigentes locales y extranjeros intentan mantener la compostura y, disimuladamente, contemplan el hecho inaudito. El presidente ... de la república, en el centro del acto, se ha orinado y el rastro se extiende por el suelo. La retransmisión televisiva se interrumpe, pero el vídeo del incidente se propaga rápidamente y se extiende el rumor de que seis periodistas son detenidos, acusados de participar en la difusión del hecho. Las redes sociales aseguran que el jefe del Ejecutivo controla mejor el país que su vejiga.
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El hombre que siempre se cubre con el típico sombrero de 'cowboy' protagonizó el pasado 13 de diciembre el episodio más vergonzante de su carrera política, trasmitido por televisión pública y viralizado a través de las redes. Pero sólo fueron unos minutos de bochorno que se achacaron a una presunta infección del tracto urinario. Los ciudadanos sursudaneses sufren el horror de vivir bajo su mandato desde hace once años, cuando accedieron a la independencia. Aunque el drama se remonta a las sucesivas generaciones que permanecieron antes bajo el control de Jartum y padecieron décadas de guerra.
El padre de la patria más joven del mundo es un dictador de libro. El mandatario tuvo en su mano la posibilidad de encarrilar el desarrollo de un territorio relativamente poco poblado y dotado de vastos recursos petrolíferos, en suma, de aprender de la historia del continente, abundante en antecedentes negativos. Pero la elite dirigente frustró las esperanzas de los suyos. El primer gabinete político surgido tras las secesión fue conocido como GoSS, o sea, the Government of Self Service, el gobierno del sírvase usted mismo porque las finanzas públicas estaban disponibles para la rapiña más desaforada.
La función paternal le ha ido muy grande a Salva Kiir, de 71 años. En realidad, tal aureola corresponde a John Garang, su predecesor en el cargo, muerto en un accidente de aviación antes de cumplir su sueño. El antiguo guerrillero era su lugarteniente y había participado en la fundación del Movimiento Popular de Liberación de Sudán (SPLA), la milicia que luchó por la autodeterminación de los pueblos negros del sur de Sudán. Desde 2005 fue presidente del gobierno autónomo y siete años se convirtió en el primer Jefe de Estado de la nueva república africana.
La amnistía general y el respeto de los derechos humanos fueron los asuntos principales del discurso con el que inauguró su mandato y en el que también hablaba de concordia y progreso. Tan sólo cinco meses después, se produjo una matanza interétnica en la que murieron 800 hombres, mujeres y niños. Sudán del Sur mostró sus endebles costuras, amenazadas por la rivalidad entre sus diversas comunidades tribales, ancestralmente enfrentadas por el control de pastos y acuíferos. El ejecutivo no investigó las causas, no persiguió a los culpables y permitió que el conflicto se acentuara.
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Los conflictos por la supervivencia han servido, en realidad, a las ambiciones personales de los caudillos que pronto se desgajaron del Ejército y también a los políticos. En un clima de desconfianza extrema, Kiir inició una purga de cientos de altos cargos de la nueva Administración acusados de corrupción. Las amenazas también alcanzaron a las organizaciones internacionales presentes en el país, incluida Naciones Unidas, que había desplegado una misión militar de paz.
La persecución culminó en 2013 con su ataque al vicepresidente Riek Machar. Ambos se disputaron el poder en una lucha sangrienta que enfrentó a dinka y nuer, los grupos a los que pertenecen uno y otro. La contienda provocó la destrucción de las frágiles infraestructuras, una crisis alimentaria de vastas proporciones y todo tipo de abusos como la masacre de Bentiu, una ciudad ocupada por los rebeldes de Marchar en la que más de 400 civiles fueron asesinados.
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La paz nunca se ha radicado en Sudán del Sur y a los desastres de puertas adentro se ha sumado una errática política internacional. Kiir mantuvo una relación tempestuosa con Omar Al Bashir, presidente de la vecina Sudán, con periodos de amistad y choques armados. El dictador de Jartum bloqueó la venta de petróleo de su enemigo a través del Mar Rojo provocando una crisis de enormes proporciones en un país que ya contaba con los peores indicadores socioeconómicos del planeta.
El acoso a los medios de comunicación ha demostrado el carácter autoritario del régimen de Yuba. En los últimos años, varios periodistas han sido asesinados y otros han desaparecido. No se han convocado elecciones en todo el periodo de independencia y el país parece instalarse en un marasmo que no permite contemplar cambios políticos de envergadura. La inestabilidad prosigue con periódicos capítulos de extrema e indiscriminada violencia y Uganda ya acoge a más de un millón de refugiados sursudaneses.
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La súbita incontinencia puede presionar a Kiir para establecer su sucesión, aunque el estadista aseguró hace tiempo que no renunciaría mientras prosiguiera la guerra. El hombre al que George W. Bush regaló un sombrero Stetson es de principios sólidos. Se sintió tan elegante con el obsequio que, desde entonces, no se ha dejado ver con la cabeza descubierta. El movimiento antigubernamental Coalición Popular para la Acción Civil reclama una protesta nacional para desbancarlo e iniciar la recuperación de la democracia. Una utopía.
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