África occidental moviliza la fuerza militar, aunque aún opta por el diálogo con Níger

Aunque las manifestaciones de los dos principales líderes de la comisión parecen contradictorias, anoche mismo surgieron los primeros análisis que interpretan el llamamiento de Touray al despliegue militar como un aviso a navegantes dirigido a la junta golpista. Sin embargo, la CEDEAO prefiere encarrilar el conflicto por la vía diplomática. Esta organización cuenta con un total de 2.500 militares procedentes de los ejércitos de los países miembros y su primera intervención se produjo en Liberia en los años noventa. Sin embargo, su vocación es más la de una fuerza de paz que de confrontación armada.

La taxatividad de Touray en su mensaje se comprende tras los sucesivos desafíos lanzados por los golpistas nigerinos. Hicieron caso omiso al ultimátum de la CEDEAO para deponer su actitud, han amenazado con asesinar al depuesto presidente Mohamed Bazoum y este mismo jueves anunciaron la formación de un nuevo Gobierno liderado por Lamine Zeine Ali Mahamane en calidad de primer ministro.

La reunión de Abuja siguió parcialmente la orientación prevista tras la desafección de Chad, aliado indispensable en cualquier operación militar en el Sahel, y la oposición del Senado de Nigeria, la potencia regional. La dimensión del conflicto no ha recibido medidas acordes. La vaga apuesta por el diálogo se antoja un proceso complejo ya que el nuevo régimen de Niamey negó, hace varios días, la entrada a dos delegaciones de la CEDEAO.

El único gesto de aproximación, muy débil, fue el sorprendente encuentro del general Abdourahmane Tchiani, hombre fuerte de Níger, con Sanudi Lamido Sanusi, exgobernador del Banco Central de Nigeria y ex emir de Kano. Tras rechazar la intermediación de Victoria Nuland, subsecretaria de Estado de EE UU, y del sultán de Sokoto, autoridad islámica, la labor del economista será trasladar un mensaje al Ejecutivo de su país.

El bloqueo impuesto por Nigeria puede ser la vía para una aproximación de posturas, hoy poco probable. Además de afectar al suministro de electricidad, el cierre de fronteras ha provocado el alza de los precios de productos básicos en Níger, un país sin capacidad de resiliencia. A lo largo de esta semana, el saco de 25 kilos de arroz se ha disparado desde los 11.000 francos CFA hasta los 15.000 (el equivalente a 23 euros), lo que supone un aumento del 36% inasumible para el 50% de sus ciudadanos, sumidos en la pobreza.

El nuevo gabinete nigerino tiene 21 ministros y destacan las carteras de Interior, en manos del general Salifou Mody, vicepresidente de la junta, y la de Defensa, adjudicada a Mohamed Toumba, protagonista del baño de masas del domingo en un estadio de Niamey. Además, Mahamane Roufai Laouali asume la secretaría general.

La presentación del Ejecutivo no esbozó ningún tipo de signo conciliatorio. Durante la ceremonia se hizo alusión a la actitud «despreciativa y belicosa» de la CEDEAO. La organización regional ha sido tachada de marioneta de Francia, país al que se ha achacado la violación del espacio aéreo y la liberación de presos terroristas. El Elíseo ha negado estas acusaciones.

La rápida constitución de un Gobierno demuestra la determinación de Tchiani, el líder golpista, de seguir una hoja de ruta que consolide en el plano político su alzamiento armado. Aunque mantiene un perfil bajo, resulta evidente que su estrategia es favorecerse del sentimiento popular antifrancés y del éxito obtenido por asonadas militares en Mali, Burkina Faso y Guinea Conakry.

El general practica una política de confrontación y miedo en la que, una vez más, aparece Rusia y la compañía Wagner como potenciales aliados. Al líder se le achaca un desconocimiento de las condiciones de seguridad de Níger, puesto que su carrera se ha desarrollado en misiones en el extranjero impulsadas por la Unión Africana y la ONU. Curiosamente, la formación de este militar ha tenido lugar en Francia y EE UU, hoy enemigos de facto del régimen que ha creado. Los más críticos atribuyen su asonada a desencuentros con el presidente Mohamed Bazoum.

El único disenso interior lo protagoniza el excomandante tuareg y exministro Rhissa ag Boula, que ha creado el Consejo de Resistencia con la intención de unir fuerzas para la restitución de la democracia. Los 'hombres azules' constituyen el 10% de la población, aunque son mayoría en el norte. La última rebelión de esta minoría se produjo entre 2007 y 2009 y provocó grandes éxodos.

La crisis generada por el golpe puede provocar una inédita guerra en el Sahel, una de las regiones más pobres del mundo. La democratización ha fracasado en Mali y Burkina Faso y ahora afecta a Níger, considerado hasta ahora uno de los países más estables. Pero el efecto contagio puede seguir extendiéndose a otros Estados. Más allá de la llegada de los Wagner, el peligro real radica en el colapso de las instituciones, la explosión de larvados conflictos intertribales y la expansión del yihadismo.