Tres muertos en las protestas en Sudán contra el golpe de Estado

Las consignas contrarias al régimen militar y a Abdelfatá al Burhan, instigador de la asonada, acompañaron a los manifestantes, que también incendiaron barricadas formadas por neumáticos. La Policía impidió su acceso al centro de Jartum cortando las arterias clave y los puentes sobre el río Nilo. También hubo fuertes despliegues y controles en torno al Palacio Presidencial, el Cuartel General de las Fuerzas Armadas y otras sedes importantes. Los muertos tuvieron lugar en Omdurman, la ciudad paralela a la capital, y se debieron a disparos.

El 'no al régimen militar' se acompañó de otras alusiones a su rechazo a regresar a la lista de países que apoyan el terrorismo. Sudán estuvo en la lista negra de la Casa Blanca hasta el 2020, circunstancia que provocó duras sanciones financieras. EE UU ha manifestado su rechazo al golpe y la Unión Africana ha suspendido su participación como miembro activo. El presidente Joe Biden y la ONU ya habían advertido al régimen contra el uso de la fuerza para reprimir a la sociedad civil.

El general golpista ha asegurado que su actuación ha venido motivada por su intención de evitar una guerra civil y que el putsch del pasado lunes tan sólo pretendía «rectificar el rumbo de la transición». El Consejo Soberano de Sudán, disuelto hace seis días, pretendía dirigir el país hacia la celebración de elecciones en 2023. Hace un mes, este órgano resistió una tentativa de golpe y hace dos semanas, una manifestación demandó la instauración de un régimen militar. Esta iniciativa ya anunciaba los propósitos castrenses y fue respondida por concentraciones populares de rechazo.

Abdelfatá al Burhan, nuevo hombre fuerte, ha asegurado que Abdallá Hamdok, el anterior primer ministro, está retenido en su propia residencia. El país permanece aislado y paralizado desde el alzamiento. Numerosas instituciones se han sumado a la desobediencia civil y varias embajadas se han adherido a la resistencia popular. Las comunicaciones con el exterior se hallan cortadas y no hay servicios telefónicos y de internet, formas habituales de obstaculizar las protestas opositoras.