Cascos azules de Minusma proceden al desminado de una carretera. efe

Mali se echa en brazos de la compañía Wagner

La retirada de la misión militar de Naciones Unidas en el país africano otorga todo el protagonismo bélico a sus mercenarios

Sábado, 15 de julio 2023, 20:59

Mali asume un riesgo extremo al confiar exclusivamente su seguridad en la compañía Wagner. Tras el fin de la misión de Naciones Unidas en el país africano (Minusma), los mercenarios rusos se convierten en el único aliado para luchar contra la insurrección yihadista. El Gobierno ... había solicitado la retirada de los cascos azules, demanda aprobada por el Consejo de Seguridad el 30 de junio. La salida de los 12.000 soldados priva a la población de su principal baluarte contra los guerrilleros. La retirada comenzó el pasado día 1 y finalizará el 31 de diciembre.

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La figura del presidente, Assimi Goïta, parece esencial en esta peligrosa deriva. Este coronel, responsable del golpe de Estado que en 2020 acabó con el régimen democrático, se había manifestado crítico con el apoyo de Francia, la antigua metrópoli, en su lucha contra el yihadismo. Demandaba una actitud proactiva que no casaba con su mandato, destinado a la protección de las comunidades afectadas.

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Pero la presencia de tropas extranjeras ya había sido cuestionada previamente. El apoyo popular a su asonada reflejaba ese malestar de la opinión pública, generado por la inoperancia propia y foránea. Su llegada al poder supuso un cambio geoestratégico al apostar por Moscú. Antes, las calles de la capital se habían agitado con la aparición, no demasiado espontánea, de grupos que apelaban al neocolonialismo occidental y reclamaban la ayuda de los rusos. Wagner iniciaba su ofensiva ideológica, previa al aterrizaje.

La compañía reporta réditos inmediatos. La muda de aliados beneficia al militar golpista, que ya no debe responder a las demandas de sus anteriores socios. De esta manera, mantiene el bloqueo al proceso de autonomía del norte y dilata los plazos para la reinstaurar la democracia, tal y como demanda la Cedeao, el organismo político regional, que también solicita salir del impasse actual.

1.000 paramilitares

Ahora bien, las ventajas de la apuesta rusa finalizan aquí. Su participación carece de trascendencia bélica. La compañía Wagner poco puede hacer frente a las dimensiones del conflicto. Carece de la logística de la Minusma y Barkhane, del apoyo aéreo francés y estadounidense, y sus 1.000 profesionales poco pueden aportar a las exigencias de una guerra expandida por un territorio de 1.240.000 kilómetros cuadrados.

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La actividad mercenaria en los quince países africanos se ha limitado a labores de formación o protección de elites, tal y como sucede en la República Centroafricana, a cambio de derechos de explotación minera o su participación en el tráfico de madera. Moscú ha utilizado a Wagner como plataforma para penetrar en el continente, compitiendo con Estados Unidos y China, el actor más audaz. El reciente enfrentamiento entre Putin y Prigozhin, el presidente de la firma militar, no parece que vaya a cuestionar su proyección internacional.

El Gobierno golpista había pedido la marcha de los cascos azules después de haber girado hacia Moscú

El grupo de Prigozhin se desplegó a cambio de derechos de explotación minera o maderera

El caso maliense exige muchos más recursos humanos y materiales. La guerra ha permanecido ajena a los medios desde la ofensiva tuareg y yihadista de 2012. La ofensiva yihadista se ha cebado en los últimos años con la vecina Burkina Faso, pero no podemos olvidar que al norte la situación no ha dejado de degradarse.

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El acuerdo de paz de 2015 nunca fue implementado y la contienda inició una escalada que prosigue hoy en día. La revuelta se ha extendido al noreste, zona especialmente conflictiva, y al sur, acercándose a la capital. La impotencia del Ejército nativo resulta evidente. Además, el agravamiento se ha favorecido del complicado panorama social, caracterizado por importantes problemas interétnicos y la creciente hostilidad entre granjeros y ganaderos, común a todo el Sahel.

Violencia yihadista e intertribal

La contienda mezcla la violencia yihadista e intertribal. La incidencia de bandas como el poderoso Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (Jnim) vinculado a Al-Qaeda del Magreb Islámico, se suma a las 'razzias' de las autodefensas de los pueblos bambara, peul y dogon, implicados en el asesinato indiscriminado de civiles. A la desaparición del Estado en el norte se suma la inestabilidad en la cuenca del río Níger, que ha generado la parálisis económica y el desplazamiento de miles de habitantes de las regiones de Gao y Menaka. Unas mil quinientas escuelas se hallan cerradas.

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El país, que a principios de siglo parecía un destino turístico de crecimiento exponencial, se ha convertido en otro aspirante más a Estado fallido. La seguridad ha desaparecido. El 23 de abril, Oumar Traoré, jefe de gabinete de la Presidencia, falleció en una emboscada a su vehículo cerca de la frontera con Mauritania.

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La participación de Wagner en la contienda no sólo se ha revelado ineficaz, sino que también ha ahondado en la injusticia. Sus comandos están implicados en la matanza del poblado de Moura, acaecida en marzo del pasado año. Al parecer, sus combatientes y tropas regulares asaltaron y dieron muerte a 500 lugareños, a los que acusaban de connivencia con los yihadistas. Desde entonces, el Gobierno de Bamako ha obstaculizado los intentos de investigación llevados a cabo por la Minusma.

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El My Lai ruso puede afectar a Wagner y al coronel Goïta cuando, previsiblemente, las circunstancias bélicas empeoren. Según ACLED, organización que monitoriza la guerra, en los últimos seis meses han muerto 1576 personas en 682 incidentes.

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