Seynabou Male Cissé, el martes en Vitoria Jordi Alemany

Seynabou Male Cissé | Premio Ellacuría a la cooperación al desarrollo

«Nadie habla de la guerra de Casamance porque no es un peligro para Occidente»

La galardonada es una activista que busca la paz en esta zona de Senegal en conflicto desde hace cuatro décadas

Miércoles, 29 de noviembre 2023, 20:57

No hay muchos europeos que puedan ubicar Casamance en un mapa de África. Ni siquiera los habitantes de Senegal saben mucho de esta región, situada en su extremo meridional y casi aislada del resto de país por el territorio de Gambia, una especie de cuchillo ... que lo separa en dos partes. «Pero no sólo hay diferencias geográficas», asegura Seynabou Male Cissé, activista de aquella zona, de clima tropical húmedo, comunidad étnica diola y mayoría cristiana, frente al resto de un Estado abrumadoramente musulmán habitado por individuos de origen wolof en paisajes con influencias saharianas. Ella habló de su tierra y el conflicto que la tortura desde hace cuatro décadas con ocasión de la recepción, este miércoles, en el Artium de Vitoria, del premio Ignacio Ellacuría a la cooperación al desarrollo.

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La república africana que nunca ha sufrido un golpe militar mantiene, sin embargo, una de las guerras más longevas del planeta. «No se conoce porque no supone un peligro para los intereses occidentales», advierte la creadora de la ONG Usoforal e impulsora de una red de entidades que promueven un proceso de paz. Al principio, eran marchas pacíficas, pero el gobierno respondió con la represión y la violencia. Luego los nativos recurrieron a los arcos, flechas y viejos fusiles y en 1982 se creó el Movimiento por las Fuerzas Democráticas de Casamance, milicia aún vigente. El proceso de pacificación se ha revertido en los dos últimos años debido a operaciones del Ejército para eliminar las bases de la guerrilla.

Los maridos han huido o han sido detenidos y las esposas han asumido el anterior rol de denuncia. Male Cissé aboga por que ellas asuman su histórico papel de intermediación y participen en las mesas de diálogo. «Hay que liberar la palabra», subraya. «Nuestra pretensión es constituirnos en una voz colectiva para que el problema sea expuesto y discutido de forma directa», apunta y señala que antes era impensable por los recelos existentes entre las organizaciones civiles.

Sus iniciativas incluyen encuentros en la capital Dakar, exposiciones para divulgar la situación e, incluso, el recurso del teatro para escenificarlo en los pequeños pueblos, a menudo traumatizados por la experiencia bélica. «Una parte de nuestro trabajo es hacer entender que se trata de un conflicto de Senegal en Casamance, no una mera cuestión interna de Casamance, esa región tan lejana, tal y como se empeña en decir el gobierno».

«Ahora hay más mujeres con estudios y, en muchos cascos, de ellas depende el sector productivo»

La vía hacia la paz reclama contenidos políticos, según la activista. «Necesitamos respuestas claras del Estado y las guerrillas, que cada uno exponga sus demandas de autonomía o independencia», asegura. Como sucede en el resto del país, los jóvenes optan por la emigración debido al elevado índice de paro o la presión política. Tan sólo en la vecina Gambia han encontrado asilo 11.000 refugiados y otros 8.000 han cruzado la frontera con Guinea Bissau.

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El mundo permanece ajeno a este drama. «Porque no genera inconvenientes económicos», señala e indica que la guerra no impide la extracción de oro en el este de Senegal ni perturba las prospecciones de gas y petróleo en el litoral. «El tráfico marítimo no se ha interrumpido». Además, el territorio posee yacimientos de circonio, pero su industria extractiva, hasta ahora, sólo ha beneficiado a la Administración central y a los líderes guerrilleros.

Apoyo de una ONG vasca

La búsqueda de la paz tiene dos pies, según la premiada. Uno conlleva conversaciones y el otro, el fortalecimiento de la posición de la mujer para un nuevo escenario. A ese respecto, reclama su presencia en el espacio público y político, y el acceso al emprendimiento económico, tal y como sucede en otras partes de África. «Se ha producido una gran evolución en el continente», constata. «Ahora hay más mujeres educadas, incluso al nivel universitario, son más autónomas económicamente y, en muchos contextos, tienen en sus manos el sector productivo».

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Ese propósito cuenta con el apoyo de la ONG vasca Mundubat, que colabora en el fortalecimiento de las organizaciones locales y los movimientos de la mujer desde la perspectiva de los derechos humanos, el acceso a la tierra y la soberanía alimentaria. También los medios de comunicación resultan relevantes en este conflicto. Seynabou Male Cissé reconoce que el reconocimiento del Gobierno vasco, entidad que otorga el premio, es una oportunidad para divulgar un problema sin cobertura periodística. «No hay intereses de empresas en juego, sus países se olvidan y la gente sufre», lamenta.

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