Asier Quintana
Lunes, 18 de marzo 2024, 17:47
Los miembros de la Asamblea Nacional de Gambia -el órgano parlamentario- planean votar este lunes sobre la despenalización de la mutilación genital femenina, lo que, de salir adelante, dejaría sin protecciones legales a millones de niñas. Expertos en derechos humanos, abogados y defensores de los ... derechos de las mujeres dicen que este cambio desharía décadas de trabajo para poner fin a la ablación, un ritual religioso ligado a la pureza, obediencia y control sexual.
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Si se revoca la prohibición de esta cuestionada práctica, el país de África Occidental se convertirá en el primero en echar por tierra las garantías legales vigentes, lo que podría abrir las puertas a que otras naciones adopten las mismas medidas. Y todo juega en contra de cara a la votación. No en vano, sólo cinco de los 58 legisladores que se espera que se pronuncien sobre este proyecto de ley son mujeres.
Una de las principales opositoras de los cortes genitales, Fatou Baldeh asegura que el Gobierno utilizará la normativa para reforzar su poder. «Están utilizando los cuerpos de las niñas como campo de batalla político», advierte. En su opinión, si los parlamentarios hombres -a quienes describe como extremistas religiosos- despenalizan la ablación, intentarán revocar a continuación otras leyes como la que prohíbe el matrimonio infantil.
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Si el proyecto obtiene luz verde, los comités gubernamentales podrán proponer enmiendas antes de que regrese al Parlamento para su lectura final. En cualquier caso, los analistas coinciden en que si este lunes pasa el corte, los defensores de la despenalización de la ablación ganarán impulso y será prácticamente ley. De ese modo, quedará anulada la prohibición promulgada en 2015, que comenzó a aplicarse el año pasado, cuando tres practicantes fueron multados.
El mayor defensor de la ablación femenina es un imán influyente que ha estado liderando llamamientos para su despenalización. Alhaji Abdoulie Fatty, guía espiritual de la mezquita estatal de Gambia asegura que lo que realizan «es la circuncisión, no la mutilación genital. No mutilamos a nuestras gentes porque esta práctica forma parte de nuestra religión». En el país africano, las creencias promueven la extirpación del clítoris y los labios menores de las niñas de entre 9 y 15 años.
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Este corte es reconocido internacionalmente como una grave violación de los derechos humanos ya que frecuentemente provoca graves problemas de salud, infecciones y dolores. Además, es una de las principales causas de muerte en los países donde se practica. Según datos de UNICEF, 230 millones de niñas y mujeres vivas hoy día han sido sometidas a esta extirpación, comúnmente realizada en países de África, Oriente Medio y Asia de predominio musulmán. Esto es algo que sorprende porque el Corán, libro santo de la religión, no menciona la mutilación y mucho menos la considera un acto de pureza.
Ha sido la nula implementación en siete años de la norma que prohibía en Gambia la ablación la que ha envalentonado a los religiosos más recalcitrantes. La ley firmada por el dictador Yahya Jammeh -quien paradójicamente en el pasado había calificado de «enemigos del islam» a quienes luchaban contra esta práctica- fue un acontecimiento histórico en el país. Sin embargo, apenas se ha hecho cumplir.
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Si el Gobierno gambiano quiere dar pasos atrás, Malí lucha por el derecho que en otros quieren derogar. No existe ninguna ley que criminalice específicamente la mutilación genital femenina por lo que resulta más difícil terminar con ella. Además, las mujeres mayores más devotas presionan a las madres de las niñas asegurando que si no se les realiza el corte corren riesgo de perder su virginidad muy pronto, no tendrán marido, sufrirán burlas y serán consideradas a los ojos de Alá como 'sucias'.
Pese a ello, las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres en Malí presionan para contar con una norma que prohíba la ablación porque «el cambio legal ayudaría al cambio social». El Ejecutivo ya ha ratificado pactos internacionales en los que se compromete a tomar medidas para erradicar estas prácticas, como el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer o el Protocolo de Maputo, donde los países africanos firmantes se comprometen a erradicar la desigualdad y violencia contra el colectivo femenino. Sin embargo, todavía queda camino por hacer, ya que todavía no han prosperado las propuestas para aprobar una norma que condene la mutilación genital.
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