I. Ugalde
Miércoles, 29 de mayo 2024, 21:37
Antes de que abrieran este miércoles sus puertas los colegios electorales de Sudáfrica, las largas colas eran visibles en todo el país. En algunos casos, con esperas de hasta cuatro horas para que los 27,69 millones de ciudadanos inscritos pudieran depositar sus papeletas en ... las urnas repartidas en los 23.292 centros de votación. Las séptimas legislativas convocadas desde la caída del 'apartheid' habían despertado una máxima expectación por tratarse de los comicios más disputados en 30 años. No en vano, el partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano (CNA), se arriesga a perder la cómoda mayoría absoluta que ha ostentado desde 1994, como lo volvieron a corroborar las últimas encuestas, que auguran un 43% de apoyos a la histórica formación.
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A la espera de que el domingo se conozcan los resultados definitivos, el presidente y líder del CNA, Cyril Ramaphosa, derrochó, sin embargo, optimismo al acudir a votar a la escuela primaria de Chiawelo, en el antiguo gueto negro de Soweto, en Johannesburgo, acompañado de la primera dama, Tshepo Motsepe. «No tengo dudas de que la gente dará de nuevo su confianza a mi partido para que siga encabezando este país. Lograremos una firme mayoría», vaticinó. Asimismo, instó a los ciudadanos a «no interferir con el trabajo de la comisión electoral». «Se actuará con dureza contra quienes intenten subvertir la voluntad popular», advirtió en un mensaje publicado en la red social X.
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Los comicios, en los que saldrán elegidos los 400 miembros de la Asamblea Nacional -la Cámara Baja- que designarán al jefe de Estado, son considerados una especie de referéndum hacia el partido que en las tres últimas décadas ha ejercido el control absoluto de Sudáfrica. En todo este tiempo, ha crecido el descontento y el malestar hacia unos gobernantes que no han conseguido erradicar las diferencias sociales, acentuadas en los últimos tiempos con la crisis económica y el alto desempleo. A todo ello se ha sumado el descrédito hacia el CNA por sus numerosos escándalos de corrupción.
La decadencia de la llamada 'nación del arcoíris' y la falta de confianza hacia el partido que fundó Nelson Mandela se han traducido en un revulsivo para la población. No en vano, además de batirse el récord de votantes inscritos, un millón más que en la anterior cita de 2019, la comisión electoral vaticinó este miércoles que en esta ocasión la participación será igual o superior al 66% cosechado hace cinco años.
Si finalmente el CNA no consigue retener la mayoría absoluta en el Parlamento, deberá pactar con la oposición para gobernar. Una de las opciones que se baraja es un pacto con John Steenhuisen, líder de la conservadora Alianza Democrática, a quien se le pronostica cerca de un 30% de los votos. «He votado por el cambio. Hago un llamamiento a todos los ciudadanos para que se unan a nosotros en nuestra misión de rescatar Sudáfrica», dijo tras acudir a las urnas. La otra alternativa para el oficialismo sería sellar un acuerdo con el radical Julius Malema, líder del movimiento ultraizquierdista Luchadores por la Libertad Económica, tercera fuerza política de Sudáfrica, quien aseguró anoche que su formación iba «camino de la victoria».
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La incertidumbre de Sudáfrica es total y avanza junto al desencanto hacia el CNA, que adquirió simbolismo cuando Ramaphosa en su último mitin ya fue testigo de cómo la multitud abandonaba el estadio de Soweto en pleno discurso pese a prometerles «hacerlo mejor».
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