El continente africano se desangra por sus cuatro costados. Ocurre a diario, desde hace décadas, pero la cadena de acciones criminales que ha sufrido la región en las últimas horas, con cerca de ochenta muertos como balance provisional en puntos como Uganda, Sudán o Congo, ... ha puesto de relieve la crítica situación en la zona.
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Una escuela de Secundaria situada en la localidad ugandesa de Mpondwe, muy cerca de la frontera con la República Democrática del Congo, se convirtió el viernes en el último objetivo de los yihadistas en el país. Un grupo rebelde vinculado al Estado Islámico (la milicia Fuerzas Aliadas Democráticas, ADF) acabó allí con la vida de 41 personas, la mayoría estudiantes, y secuestró a varias más en su huida hacia el parque nacional de Virunga. Su 'modus operandi', dijo el general Dick Olum, evidenció que los milicianos tenían información detallada sobre el centro educativo.
Las primeras investigaciones apuntan a que los atacantes «cerraron con llave el dormitorio de los chicos y le pegaron fuego», mientras que dejaron abierto el área de las chicas. Ellas «pudieron salir corriendo pero, al hacerlo, unas fueron atacadas con machetes y otras recibieron disparos», detalló Olum, consciente de que varios supervivientes se encuentran «en situación crítica» en el hospital de Bwera. No es la primera vez que el grupo ADF se dirige contra un centro educativo desde que se constituyó a mediados de los noventa en Uganda. En 1998, sus milicianos quemaron a ochenta estudiantes vivos en sus habitaciones del Instituto Técnico de Kichwamba y secuestraron a más de un centenar.
Las ADF también se han cebado en los últimos días con diferentes rincones de la vecina República Democrática del Congo donde, en poco más de medio mes, han asesinado a medio centenar de personas. En la provincia de Kivu Norte mataron a 15 civiles y en la de Ituri a otros 35 en dos ataques diferentes. En la aldea donde entraron esta misma semana se llevaron por delante la vida de cinco mujeres y un bebé de un año, entre otros habitantes, y secuestraron a tres niños, además de prender fuego a una decena de casas.
El coronel Siro Simba, que ejerce como administrador del territorio de Irumu, en Ituri, sostiene que la «capacidad operativa» de este grupo rebelde ligado al Estado Islámico «ha disminuido significativamente pero aún cuentan con la complicidad de la mayoría de los congoleños». «Todo lo que sucede es en complicidad con los congoleños», reiteró. Naciones Unidas calcula que más de 1.200 asesinatos de civiles ocurridos sólo en 2021 llevaban el sello de las ADF.
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El conflicto abierto hace ya dos meses en Sudán entre miembros del ejército y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha matado ya a más de 950 civiles y ha herido a casi 4.750. Una cadena de ataques aéreos sobre el barrio de Al Qadisiyah en la capital, Jartum, y la ciudad de Omdurmán ha sumado en las últimas horas otras 17 víctimas mortales -entre ellas, cinco menores- a ese balance. Las autoridades sanitarias confirmaron que el bombardeo se dirigió contra un área residencial, donde al menos 25 viviendas acabaron hechas escombros, aunque no se confirmó la autoría de la acción.
Tanto los militares como las RSF se han acusado mutuamente de los diferentes ataques que han tenido lugar en Sudán desde que a mediados de abril estalló el enfrentamiento entre ambos bandos, que curiosamente se aliaron en 2021 para dar un golpe de Estado. La presión internacional no ha conseguido en este tiempo que haya un acercamiento entre las partes y sólo se han registrado dos breves treguas.
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Boko Haram ha vuelto a mostrar su enorme crueldad en una acción llevada a cabo en el estado nigeriano de Borno, en el noreste del país africano, donde presuntos miembros del grupo yihadista decapitaron el jueves a ocho granjeros. El crimen ocurrió en la localidad de Molai aunque los ataques de este grupo -y de su escisión, el Estado Islámico en África Occidental- se repiten con relativa frecuencia a lo largo de la cuenca del lago Chad, que se ubica en la frontera entre Nigeria, Chad, Níger y Camerún.
La guerra entre Boko Haram y el Estado Islámico por su supremacía en Nigeria les ha empujado en los últimos meses a incrementar sus ataques, y su magnitud, en el país teóricamente más rico y desarrollado de África.
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El estruendo de los bombardeos volvió el viernes a resonar en Somalia. Su ejército, junto a socios internacionales, realizaron un ataque aéreo contra miembros del grupo terrorista Al Shabaab -vinculado a Al Qaeda- en la localidad de Jamame, al sur del país, aunque por ahora se desconoce la cifra de fallecidos y heridos. La operación, lanzada en el marco de un repunte de la ofensiva contra esta formación iniciada en los últimos meses, se desarrolló en un tramo de catorce kilómetros.
La acción tuvo lugar el mismo día en que las autoridades somalíes comunicaban la muerte de un alto cargo de Al Shabaab (Ali Ahmed Guure, conocido como Ali Qoyane) como parte de otra operación realizada en la región central de Galgaduud. El presidente del país africano, Hasán Sheij Mohamud, prometió al asumir el cargo que pondría la lucha antiterrorista en el centro de sus esfuerzos para estabilizar la nación.
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