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efe
Sábado, 28 de marzo 2015, 19:23
Los nigerianos han acudido a las urnas para elegir al próximo presidente en medio de una oleada de ataques terroristas en varios colegios electorales y múltiples fallos en el sistema electrónico de acreditación que obligaron a posponer hasta mañana las votaciones en algunas zonas del ... país.
En estas elecciones, las más reñidas en la historia de Nigeria y que contaron con una participación masiva, los dos candidatos que se disputan la Presidencia son el actual mandatario, Goodluck Jonathan, de confesión cristiana -religión predominante el sur, pero minoritaria en el país- y el musulmán y líder de la oposición Muhammadu Buhari, que se presenta por cuarta vez.
Desde primera hora de la mañana, el grupo yihadista Boko Haram, que recientemente juró lealtad al Estado Islámico (EI), irrumpió en la cita electoral de este país, el más poblado de África y primera potencia económica del continente.
Media hora antes de que se abrieran los colegios electorales a las 08.00 hora local (07.00 GMT), una bomba estalló junto a un colegio electoral de la localidad de Enugu, en el sureste, sin causar heridos. Minutos más tarde, la Policía detonó de forma controlada otros cinco explosivos colocados en las proximidades del mismo centro. Mientras, en el norte del país, bastión de los terroristas y donde cerca de tres millones de personas han tenido que abandonar sus hogares, Boko Haram seguía sembrando el miedo entre los residentes, a los que amenazaba pistola en mano para que no participaran en los comicios.
En dos ciudades del estado de Gombe, un grupo de hombres armados, presuntamente miembros del grupo terrorista, mataron a tiros a siete votantes que aguardaban en fila para poder ejercer su derecho al voto. Además, los atacantes quemaron las papeletas, obligaron a los electores a abandonar las filas y recorrieron las calles de las localidades para amenazar a los residentes.
Fallos técnicos
Una oleada de ataques similares se registró en colegios electorales de varias localidades de los estados de Anambra (sureste) y Benue (suroeste), donde fue asesinada una miembro de la Comisión Electoral Independiente de Nigeria (INEC, por sus siglas en inglés). Pero no solo el terrorismo marcó esta cita electoral, ya que muchos nigerianos no pudieron ejercer su derecho al voto por los numerosos fallos registrados en el nuevo sistema electrónico de acreditación implantado para estas elecciones, motivo por el que se han visto obligados a retrasar el final de la votación hasta mañana.
Los ciudadanos, antes de votar, debían validar sus "tarjetas de voto" -similares a un DNI- a través de un lector electrónico que también comprueba su huella dactilar. En muchas zonas del país, los lectores no funcionaron y el proceso de acreditación no se pudo iniciar. Por eso, la INEC decidió posponer hasta mañana las votaciones en estas áreas, a fin de que los más de 56 millones de personas -de una población de 170 millones- llamados a votar puedan ejercer su derecho.
Fuentes de la comisión electoral aseguraron al diario nigeriano "The Punch" que las elecciones también habían sido suspendidas en la región petrolera del Delta, en el sur, al no poder garantizar la seguridad en la zona. Incluso el propio presidente del país, Goodluck Jonathan, se vio afectado por estos problemas técnicos y, tras tres intentos y media hora para validar su tarjeta con el lector, tuvo que ser inscrito manualmente por uno de los funcionarios de Otueke, su ciudad natal. "Si yo puedo soportarlo, los ciudadanos también pueden. Todo el mundo está pendiente de estas elecciones, así que seamos pacientes", demandó ante los periodistas.
Clima de tensión
Esta es la primera vez en quince años que la formación que lidera Jonathan, el Partido Democrático Popular (PDP), puede perder el poder en el país, ya que la alianza opositora Congreso de Todos los Progresistas tiene posibilidades reales de hacerse con la presidencia. La alta polarización que vive el país ha creado un clima de tensión que hace temer posibles enfrentamientos entre partidarios de los dos candidatos, pese a que ambos han firmado un acuerdo para aceptar los resultados electorales.
Nigeria tiene un largo historial de comicios amañados que han derivado en olas de violencia como la ocurrida en 2011, en la que murieron 800 personas. El aplazamiento de las elecciones -que inicialmente estaban previstas para el 14 de febrero- por "razones de seguridad", visto por muchos como una maniobra del Gobierno para obstaculizar el proceso democrático, ha incrementado esa tensión.
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