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Miguel Salvatierra
Sábado, 17 de enero 2015, 07:32
Todavía bajo la conmoción de los brutales atentados de París, en las redes sociales aparecía una imagen en la que bajo un fondo negro unas letras desgastadas decían nadie es Nigeria. Emulando el solidario Je suis Charlie, la frase aludía al escaso eco en los ... medios internacionales que estaba teniendo la última y sangrienta ofensiva de la guerrilla islamista nigeriana de Boko Haram en el noreste del país. Una serie de ataques en los que han quedado arrasadas dos poblaciones vecinas, Baga y Doro Gowon, causando centenares de víctimas, según testimonios de supervivientes.
Ante la imposibilidad de constatar lo sucedido por ser una zona bajo control del grupo radical, han sido Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) quienes han aportado pruebas de la destrucción.. Estas dos organizaciones han publicado por separado imágenes por satélite de antes y después de los ataques. Miles de estructuras, viviendas y pequeños comercios, aparecen arrasados.
AI considera que el número de víctimas mortales en esta sangrienta ofensiva podría alcanzar las 2.000 personas, pese a que el Gobierno de Nigeria solo ha reconocido oficialmente el asesinato de 150. Según Daniel Eyre, investigador sobre Nigeria de AI, De todos los ataques de Boko Haram analizados por Amnistía Internacional, este es el mayor y el más destructivo. Representa un ataque deliberado contra la población civil, cuyas casas, consultorios y escuelas son ahora ruinas incendiadas.
En Doro Gowon, en concreto, HRW cree que los ataques han destruido el 60% de la población. Boko Haram no encontró resistencia alguna, ya que hace tiempo que los contingentes militares se retiraron ante los avances de los islamistas. Níger, Chad y Camerún formaron junto a Nigeria la Fuerza Multinacional de Acción Conjunta (MNJTF, en sus siglas inglesas), que tenía Baga uno de sus cuarteles.
Tras los ataques, Boko Haram se llevó consigo a un número indeterminado de jóvenes y niñas. El pasado nueve de enero, una chiquilla de diez años, probablemente secuestrada, accionó una carga explosiva que llevaba a la entrada de un mercado de Maiduguri, capital del Estado de Borno. Al menos 19 personas perdieron la vida y otra veintena resultaron heridas.
Lanzado a la fama internacional por el secuestro de 200 jóvenes alumnas de un colegio de Borno, el pasado mes de abril, Boko Haram ha emprendido la conquista de un vasto territorio fronterizo 60.000 kilómetros cuadrados, casi dos veces Bélgica, tradicionalmente marginado por el poder central y muy alejado de los ricos yacimientos petrolíferos del sur del país que convierten a Nigeria en el mayor productor de crudo de África.
Falta de decisión
La ofensiva ha encontrado un terreno abonado por la falta de decisión del gobierno de Lagos, que hasta ahora consideraba que esta paupérrima zona no merecía más recursos económicos y militares. Resulta sintomática la tendencia de las autoridades nigerianas a minimizar siempre la destrucción y la capacidad militar del grupo radical.
Falto de interés nacional e internacional, el conflicto va creciendo en número de víctimas -según cálculos del centro de análisis International Crisis Group (ICG), solo de mayo de 2013 a octubre de este año se habrían producido ya 5.000 muertos- y de desplazados, más de 750.000. Un incendio que empezó siendo un conflicto local y limitado y que hoy emerge como una amenaza regional sobre cuatro países africanos.
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