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Miguel Salvatierra
Sábado, 30 de mayo 2015, 08:29
El ex primer ministro británico Tony Blair anunció el pasado miércoles que dejará a principios de junio el cargo de representante del Cuarteto EE UU, Rusia, la ONU y la UEpara Oriente Próximo. Nadie le echará de menos. Incluso habrá quien se haya sorprendido de ... que estara todavía en funciones.
Aunque el tiempo en que ha ejercido no ha sido corto, ocho años, el bagaje ha sido nulo, al menos el diplomático. Algunos corresponsales de la zona, como Eugenio García Gascón, destacan su paso por Jerusalén y sus estancias en el legendario Hotel American Colony, en particular su gimnasio, donde era asiduo. Otros especialistas han ido mucho más allá, como el británico Robert Fisk, que se preguntaba ¿cómo es posible que un criminal de guerra se haya convertido en un enviado de paz?, aludiendo a su papel en la guerra de Irak y al desastre sin paliativos en que se ha convertido la zona.
Nadie recuerda una gestión, una declaración o unas palabras sobre algún momento crítico en el conflicto palestino-israelí. Ni la situación en Gaza, ni la extensión de las colonias israelíes, ni las negociaciones entre ambas partes que llevan bloqueadas desde abril de 2014, han servido para mover a la acción al exmandatario. Y cuando ha hablado más vale que no lo hubiera hecho, como la carta que escribió el pasado cinco de mayo para defender la honradez del ex primer ministro israelí, Ehud Olmert, condenado a ocho meses de cárcel por aceptar dinero para favorecer a un empresario.
Lo que las hemerotecas sí recogen en cambio, en particular la prensa británica, son noticias de los turbios negocios con los adinerados dirigentes de la zona del Golfo con los que ha estrechado relaciones a través de las gestiones de su cargo. El fruto de esas privilegiadas a amistades habrían sido suculentos contratos que la empresa de Tony Blair ha gestionado y obviamente sacado una excelente rentabilidad. Las relaciones y negocios no se han limitado a Israel y a las grandes fortunas europeas y árabes. El último escándalo que ha implicado a Blair se ha originado en Colombia.
Según informó el mes pasado el dominical The Sunday Telegraph, el ex primer ministro asesoró al Gobierno colombiano sobre la gestión de los beneficios obtenidos en controvertidas operaciones de concesión de derechos mineros. El montante a gestionar era de unos 2.770 millones de euros. El rotativo daba cuenta de que el cliente que paga los honorarios de la firma de consultoría Tony Blair Associates (TBA) es un Estado rico en petróleo, al parecer los Emiratos Árabes Unidos. Fuentes de la prensa británica consideran que Blair ha acumulado entre 50 y 100 millones de libras esterlinas (75 y 140 millones de euros) desde que abandonó la jefatura del Gobierno, puesto que ocupó desde 1997 hasta 2007.
El contrato de Colombia y el escándalo suscitado puede que estén detrás de la decisión de Blair de renunciar a su cargo de mediador. Quizás ya no le sea necesario mantener el trampolín diplomático. Ocho años de contactos, viajes y contratos dan mucho de sí.
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