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Arantza Furundarena
Domingo, 12 de junio 2022, 00:25
No lo canta todo Cantó pero casi. A sus 57 años, este valenciano, actual director de la Oficina del Español en la Comunidad de Madrid, publica 'De joven fui de izquierdas pero luego maduré'. Hijo de médico y nieto de dos abuelos que eran la ... síntesis de las dos Españas, el actor dedica el libro con un grito a '¡Papá! ¡Mamá!', como un niño que estuviera llamando a sus padres en la playa. «Bueno, je, je... Es que uno nunca madura del todo».
–«Me salieron granos, pelo e ideología», relata. ¿La ideología fue peor que los granos?
–Duró más. De adolescente se me despertó la conciencia política del lado progre y milité en ella por años.
–Y ahora arrea un palo a la élite cultureta 'giliprogre'. Supongo que a los Goya no vuelve.
–He ido a muchos Goya y me he comido muchas reivindicaciones pero nunca he visto una crítica a los errores que ha cometido la izquierda. Fue Ciudadanos el que puso encima de la mesa bajar el IVA cultural y no nos dio las gracias ni el Tato. El arte debe ser crítico con todos, no sacudir a unos y hacer la vista gorda con otros.
–Es justo lo que podría estar pasándole a usted ahora...
–No, no. Yo veo defectos en todas partes. Yo he luchado contra la corrupción de los dos bandos.
– «Antes Toni no era tan facha», ha dicho Willy Toledo.
–Entre Willy y yo sigue habiendo cariño. Y que me llamen facha me encanta. Además tiene razón, yo antes no era tan facha. Esa palabra de tanto usarla se ha vaciado de contenido.
–¿No es triste volver a una España de fachas y rojos?
– Yo creo que ahí hay una responsabilidad importante de un Partido Socialista y de un presidente Sánchez que es tóxico para este país y que ha vuelto a cavar las dos trincheras.
–¿Vox no contribuye también al odio desde el otro lado?
–No. Yo creo que Vox es bueno para España porque permite que un montón de gente que antes no podía votar ahora pueda votar a una opción constitucionalista y democrática. Y puede armarse así con el PP una alternancia a un PSOE que es capaz de unirse con lo peorcito de cada casa.
–¿Qué le hace pensar que si estuvo equivocado de joven no lo pueda estar ahora?
–Ah, nada. Yo de aquí al final de mis días me volveré a equivocar un montón de veces. En el libro hablo de mi tío Antonio, al que le hacían un simulacro de fusilamiento los nacionales. Y al final le salvó un cura. Esa es la España en la que yo creo.
–A Inés Arrimadas la califica de fría, soberbia... ¿A Díaz Ayuso en cambio se lo compra todo?
–Absolutamente. Pongo la mano en el fuego por ella. Me parece una mujer honesta y valiente. Cuando hice de telonero en su campaña, no daba crédito. Era como ir con una estrella del rock.
–En su libro detalla sus proyectos al frente de la Oficina del Español. ¿Es para que dejen de llamarla chiringuito?
– Yo sé que van a seguir llamándola así y que esto es un tema que tiene que ver no con el español sino con Ayuso y conmigo. Pero me da igual. Es parte de la batalla política.
– Y, dado que hay que comer, ¿seguirá en la política?
– Yo no necesito trabajar para vivir. Pude construirme un patrimonio durante los treinta años que trabajé como actor y si trabajo es porque creo en lo que hago y lo disfruto.
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