Iñigo Gurruchaga
Londres
Domingo, 17 de noviembre 2019, 21:41
¿Es verosímil que un hombre de 59 años acusado por una mujer de haber mantenido relaciones sexuales con ella hace 18 años, cuando era menor de edad, tenga que devanarse los sesos cuando se publicaron las primeras acusaciones y el resultado sea... «no ... lo recuerdo, he repasado, repasado y repasado, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, y no, nada...»?.
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El príncipe Andrés, segundo hijo de Isabel II, negó así en la noche del sábado, en una entrevista con la BBC, haber mantenido relaciones sexuales con Virginia Giuffre, una mujer estadounidense con domicilio en Australia que le acusa de haberse acostado con ella tres veces cuando fue una especie de esclava sexual del magnate Jeffrey Epstein, que se suicidó en agosto tras su detención por múltiples cargos de abuso sexual de menores.
El diario 'The Sun' calificaba la entrevista como 'un accidente de tráfico'. El 'Mail on Sunday' citaba la impresión que le habían causado las palabras de Andrew a un célebre periodista de sensaciones, Piers Morgan: «Un montón de 'bull' (un montón de mierda o de mentiras). 'The Times' y 'The Observer' explicaban a sus lectores que Andrés se defendió de las acusaciones con «la coartada de la pizza».
El príncipe no recuerda haber conocido a su acusadora cuando tenía 17 años pero recuerda perfectamente, porque solo ha ido un par de veces a la localidad inglesa de Woking, que en la fecha en la que Giuffre dice que tuvieron su primera relación sexual, él acompañó a su hija Beatriz a una pizzería de Woking donde iba a juntarse con unas amigas.
Del supuesto encuentro con Virginia Giuffre hay una foto, en la que el príncipe envuelve con su brazo la cintura de la adolescente. «No puede probarse que sea falsa», dice Andrés, aunque a ello se han dedicado antes sus amigos: apuntando al grosor de los dedos, a la talla de ambos,… Él añadió en la entrevista que es imposible que se le fotografíe en Londres sin traje y corbata y que no recuerda haber estado nunca en la planta superior de la casa de la anfitriona, su amiga Ghislaine Maxwell.
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Maxwell, hija de un magnate de prensa británico que murió, quizás por suicidio, navegando por aguas de las islas Canarias tras robar fondos del plan de pensiones de sus empleados, era pareja de Epstein. Así le conoció Andrés en Nueva York. Le presentaba a «eminentes estadounidenses» cuando él estaba «transicionando» de su puesto en la Royal Navy a embajador real para el comercio internacional.
Nunca vio en su mansión, donde se alojaba «por conveniencia», «ninguna indicación» de que el movimiento de mujeres jóvenes que entraban y salían, o que pasaban veladas en la residencia de la isla privada de su amigo, se debiese a una «conducta impropia». Explicó que fue otra vez a la casa de Epstein tras su primera condena porque él es «demasiado honorable» y sintió que debía decirle en persona que ya no podrían verse más.
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