Muere Antonio Miró, icono de la moda española

Con más de cincuenta años dedicados al mundo de la moda, el creador catalán no solo era unánimemente respetado y apreciado en el sector por haber desarrollado una amplia carrera que le llevó desde el pequeño comercio familiar a los desfiles en Madrid, Barcelona, París o Milán, sino también por haber participado activamente en el despegue de la moda española en los años 80, en la gran proyección de la Barcelona olímpica de los 90 o incluso en un concepto de industria integral e internacional, a base de acuerdos comerciales y licencias.

Había nacido en Sabadell en 1947. Hijo de un sastre que le puso al frente del diseño, abrió con solo 20 años su primera tienda en una esquina de la Rambla de Cataluña con la calle Provença, Groc, donde comenzó a vender sus propias creaciones entre la efervescencia intelectual que a mediados de los años sesenta protagonizaban en Barcelona los integrantes de la llamada 'gauche divine', escritores, cineastas, arquitectos, modelos, editores y fotógrafos.

En 1979 creó su propia marca con líneas de hombre y mujer, aprovechando a partir de mediados de los 80 el Plan de Promoción de Diseño y Moda que pusieron en marcha las pasarelas de Madrid y Barcelona, Cibeles y Gaudí, donde Miró y otros protagonizaron la gran proyección de la moda española. Plenamente reconocido a partir de entonces entre la mejor vanguardia creativa, Miró alternó la formalidad de algunos encargos oficiales con la transgresión en algunas de sus colecciones y desfiles.

Si de un lado fue el responsable de diseñar el uniforme de los Mossos d'Esquadra o el vestuario en 1992 para las ceremonias de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 2007 hizo desfilar con gran escándalo a varios inmigrantes senegaleses indocumentados.

Dos años después dedicó su presencia en la pasarela Cibeles a la transgresión de la movida madrileña, en clara protesta por los nuevos rumbos de la pasarela de Barcelona. En todo caso, su estilo moderno y acompasado con el minimalismo del cambio de siglo le hizo favorito entre una larga lista de clientes que iban desde George Harrison o John Malkovich a Ricardo Bofill, Oscar Tusquets, Loquillo o Nacho García Vega.

Ello también le permitió abordar una internacionalización que le llevó a los mejores escaparates del mundo, como Harrods, Harvey Nichols o Barney's. Sin embargo, a mediados de la década del 2000 la crisis golpeó su empresa y tuvo que iniciar un proceso de cambio accionarial con la entrada del grupo catalán Twenty –mayoritario a partir de entonces–, el cual puso en marcha un plan de expansión a base de nuevas tiendas, franquicias y licencias, el inicio de un acuerdo con Ermenegildo Zegna o incluso el frustrado intento de venta al grupo Cortefiel.

A pesar de todo ello, y ya solo como asesor de su propia marca, Antonio Miró ha tenido que asistir en los últimos meses a la caída de su empresa y a la liquidación concursal de sus activos. Un mal final para el nombre de uno de los más grandes estilistas de la moda española.

Dotado de un sello versátil, también realizó colecciones para obras de teatro, cine y televisión, como 'Carta al padre', de José Luis Gómez (Madrid 1984), 'La muerte del escorpión' (1974) y 'Últimas tardes con Teresa' (1984), ambas del cineasta Gonzalo Herralde; 'Tatuaje' (1977), de Bigas Luna, y 'El largo invierno' (1991), de Jaime Camino.