Lujo al pie de la letra
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Escribano de corazón y profesión, José María Passalacqua presta sus trazos a los mejores postores del mundo de la modaSe le asocia con el lujo y las grandes fiestas, pero el caligrafista José María Passalacqua (Buenos Aires, 1971) se considera un artesano, «como aquella viejecita que bordaba para Chanel en su casita del campo». Precisamente la casa francesa está entre sus clientes. Presta ... su letra a casi todas las marcas de lujo que tocan España, grandes empresas del Estado y privadas, aristócratas y grandes fortunas. «De la mitad de mis trabajos no puedo hablar por contrato y discreción», apunta Passalacqua, un tipo solitario y un poco tímido que vive rodeado de cientos de tintas y diógenes de papeles.
Su abuelo y su padre fueron ingenieros profesionales y calígrafos aficionados. La técnica perfecta del primero y la fuerte personalidad del segundo dejaron en él, que nunca necesito hacer uso de los cuadernillos Rubio, una impronta de la que no quiso escapar. Después de años trabajando como diseñador gráfico en Buenos Aires, llegó a Madrid en 2000 por el impulso de un enamoramiento fallido. Tras flirtear con la euforia del diseño corporativo de las 'puntocom', volvió a su esencia: la escritura manual, con la que fue ganando clientes de forma exponencial.
«Cuando se trabaja a mano, nada sale igual. Eso es lo que buscan de mi, una imperfección perfecta. Lo mismo da que sea con pluma y tinta, rotulador, pincel, palos y escobas, hay alguien detrás de ello, que late». Como calígrafo de protocolo se siente cómodo con «técnicas de pluma fina, de trazo ondulante y modulado, la escritura metódica y estable, con exabruptos de gestualidad o por el contrario escrituras muy regladas, casi arquitectónicas, donde la composición juega el papel principal».
Los encargos que recibe buscan personalización y singularidad. Entre ellos destacan las invitaciones para desfiles o eventos especiales del sector del lujo. «Yo encuentro mi vuelo allí también, así sean diez o diez mil unidades y me rompa la espalda, trato cada una de las piezas como si fuese única. Ese es mi valor». Chanel, Giorgio Armani, Loewe, Chaumet o Hermès son sólo algunas de las firmas que confían en su buen hacer.
Pero este argentino es mucho más que una letra bonita. En los última década todo se transformó con las redes sociales. «Los calígrafos teníamos cara y nuestro trabajo se conoció masivamente». Se convirtieron en moda cosas que siempre habían estado allí, como el 'lettering', y con el «hágalo usted mismo» se democratizó el oficio como lo han hecho todas las disciplinas artísticas. «En mi caso, 'el autómata' se transformó en un personaje romántico que vive en esa contradicción entre el amanuense y la vida digital. Mi estilo de trabajo cambió y al calígrafo de protocolo se le integraron el diseñador y el artista. Ya podía trabajar para quienes querían perfección y para quienes buscaban expresión».
Una transformación de la que supieron sacar provecho desde prestigiosas revistas como 'Vogue' o 'AD' hasta marcas como Massimo Dutti, con la que realizó una interesante colección cápsula que llevaba su propio nombre y tuvo una gran acogida.
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