Sánchez Silva, con un modelo de Fiz.

Ion Fiz pasea por los Alpes con Raquel Sánchez-Silva

Con su referencia al mundo de la danza, Juan Vidal pone orden al ‘cante’ de Montesinos

Gloria Salgado

Domingo, 8 de febrero 2015, 12:32

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El sombrío desfile de Moisés Nieto ha dado inicio a la tercera jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Inspirándose en La casa de Bernarda Alba, ha jugado con la dualidad entre la pena y la alegría, la culpa y la omisión, pero ... también están presentes la serenidad y el equilibrio con un toque kitsch a lo Almodóvar.

La alegría y la frescura la aportan el tacto de la materia en tejidos clásicos, rotos por la innovación en los acabados: tweed plastificado o algodones con lurex y organza con acabado metálico. La oscuridad se muestra a través de la selección de los materiales para prendas de noche, desde la ligereza y transparencia del crepé y la organza, el jaquard o el clásico tweed revisado con neopreno o lanas que dotan de rigidez y peso a las siluetas más austeras. Rojos vivos viran hacia el color vino, ocres y tonos tierra que se aclaran con el rosa, el amarillo y el azul.

Nieto ha compartido pasarela con el recién llegado Luke Leandrocano, que con un Camino inspirado en los paisajes de la Andalucía natal ha enamorado a los asistentes. Entre aplausos, ha mostrado una paleta de color afín a la visión nostálgica con la que el campo andaluz es representado. Colores latentes en la naturaleza como el azul noche, mostaza, vino, beige y caldera sirven al diseñador para lograr el naturalismo pictórico a la vez que potencian la sensibilidad y feminidad de sus prendas.

Las siluetas son un compendio de formas depuradas con patrones clásicos y cortes complejos que aúnan tradición y modernidad. El cuero y lana tejida a mano están presentes junto a otros tejidos menos habituales en la firma, como algodones, franelas y paños. Los bordados a mano así como aplicaciones de diferentes materiales dan vida al estampado, proyectándolo con un efecto de profundidad.

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El infierno de Davidelfin

De un novato a un resabiado. Davidelfin nos ha llevado al infierno como candado a una trilogía que comenzó con No one (otoño-invierno 2014) y siguió con El tiempo de los monstruos (primavera-verano 2015). Se trata de un ritual pelo de cabra incluido- que tiene como estructura el paso del luto al alivio, tomando la estética del aikido, un arte marcial que busca educar la agresividad.

La colección se compone de una sucesión de piezas amplias fruncidas a la cintura con cinturones de cuero que han ido dando paso a looks más occidentales, con un aire colegial. Las prendas pintadas a modo de lienzo y los pantalones amplísimos tipo Kimono han sido las estrellas de la colección, teñida en negro y gris. Del infierno hemos pasado a una mirada fugaz a los 60 y 70 de la mano de Roberto Torretta. Materiales, cortes, acabados y colores crean un resultado refinado y femenino, recuperando la tela vaquera en negro, consiguiendo su sofisticación al mezclarla con algodón satinado.

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Abrigos de línea A de factura impecable en su material fetiche: la piel. En este caso cuero, cuero grabado y ante en negro, marrón brownie y toffee con paños simples en rojo y brocados en color marino. También hay espacio para tejidos técnicos de aspecto esponjoso engofrado tipo neopreno. Chalecos, cazadoras y abrigos de lana prensada en azul eléctrico suben la paleta de color. Los vestidos, ya sean de silueta corta, línea despegada extra large o trapecio modernizado en cuero con múltiples cortes y escote cuchara brillan por sí solos.

En la franja vespertina, Juana Martín ha sorprendido para bien. La andaluza levanta el vuelo a nivel internacional, representándolo con pájaros en muchas de sus propuestas, sin abandonar los guiños a España, aunque, por fin, aparcando los excesos. El tejido - lana, seda estampada y crepé- y los bordados a mano de incrustaciones metálicas se crean a partir de esta figura, mientras que encajes y volantes han dado paso a lunares vanguardistas. Los patrones, en una escala de grises que deriva en puntos de color, tienen inspiración masculina aunque buscan el efecto contrario.

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El cante de Montesinos

Al contrario que Martín, Francis Montesinos ha vuelto a dar el cante tras las falsas esperanzas que dio en septiembre con su colección para la primavera-verano. El polémico modista ha tratado de interpretar la evolución social transportándose a los años 20, cuando se produce un cambio de la silueta femenina. Sin embargo, el caos ha sido la nota predominante. La extravagancia ha llegado al clímax cuando la cantante dance Nayala Brown ha subido al escenario como la versión cañí de Taylor Swift en el desfile de Victorias Secret.

Menos mal que ha llegado Juan Vidal para poner orden con el éxtasis de Aurora, en referencia al mundo de la danza, poniendo el foco de atención en las bailarinas cuando tienden hacia la bohemia al llegar a su máximo esplendor. Delicadas líneas etéreas confeccionadas en terciopelo, satén y punto en tonos camel, rosa empolvado y negro.

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El encargado de cerrar la jornada ha sido Ion Fiz y su amiga Raquel Sánchez-Silva ejerciendo de modelo- con la montaña como metáfora de la superación. Líneas verticales y fluidas, sofisticadas en el diseño y confortables en la construcción del patronaje y los tejidos, cálidos y ligeros como el cashmere, lana, mohair, crepé, satén y georgette, junto con jacquards de lana bicolor y suave paño soufflé. Prendas elegantes y urbanas, muchas de ellas unisex, en crudo, nude, gris, ocre, verde, índigo, antracita y negro que combinan con prendas de piel y jerséis de angora tricotados a mano con dibujos geométricos. Las joyas de Julieta Álvarez pusieron la guinda al pastel de Fiz.

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