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Arantza furundarena
Sábado, 9 de octubre 2021, 00:16
«Ahora mismo estoy en un momento de felicidad que te cagas». Así comienza Belén Esteban la entrevista. Tal cual. Sin aditivos ni colorantes, como esas cremas de verduras que acaba de lanzar al mercado con su marca 'Los Sabores de la Esteban'. Ser auténtica, ... ser de barrio, son señas de identidad a las que no está dispuesta a renunciar la llamada 'princesa del pueblo', consciente de que son la base de su éxito. «Sé muy bien de dónde vengo», repite a lo largo de los diez minutos que concede para promocionar sus nuevos productos culinarios, entre ellos, una bolsa de patatas fritas.
Sin embargo, de aquella espontaneidad salvaje de la exnovia despechada de Jesulín queda poco. Tras más de 20 años curtiéndose al aire frío y cortante de los platós, Belén ha desarrollado una costra difícil de traspasar. Ha aprendido a no entrar al trapo.
-¿Cocinaste tú el pollo que no se quería comer Andreíta?
-No, no… Eso ya está olvidado. Yo cocino pollo también, pero eso está ya olvidado.
-¿Qué son para ti hoy en día las drogas?
-Yo de ese tema no voy a hablar. Salí de eso hace diez años y no quiero volver a ello… Yo miro el presente, cariño, y mi presente es tener una familia estable, feliz y tener muchas alegrías.
Esta es Belén Esteban hoy, a sus 47 años, una edad en la que dice sentirse «mucho mejor que a los 20». Su comparecencia esta semana ante la prensa no obedecía a motivos sentimentales (para eso ya están 'Sálvame', las exclusivas y el 'Deluxe') sino puramente comerciales. Tras el éxito de su gazpacho y su salmorejo, la de San Blas se ha animado a lanzar unas cremas de verduras con hortalizas frescas de la huerta murciana y unas patatas fritas de bolsa. «¿Por qué patatas cuando lo mío son productos saludables?», se pregunta ella misma. Y se responde: «Porque en todas las casas hay una bolsa de patatas fritas y la mía es una patata selecta, de sartén, buenísima. Y sin aire, que tú compras una bolsa de patatas y la mitad de la bolsa es aire... Pues las mías no».
Dice que cocina muchísimo, que le gusta la buena mesa y que de niña «nunca tuvieron que obligarme a comer el pollo». Que le salen muy bien las lentejas y la tortilla española. Pero... ¿Es Belén Esteban a estas alturas, más que un personaje público, una marca? Se rebela. «No, perdona, mi marca es 'Sabores de la Esteban', que yo no soy imagen, soy la dueña de la empresa y mi marca va a ir por España y por todo el mundo, eso te lo digo yo. Además, estoy muy contenta de poder crear puestos de trabajo».
Luego viene lo de la autenticidad. Otro ingrediente que ella defiende a capa y espada. «Mira, yo tendré mis defectos y virtudes, pero desde luego la Belén Esteban que conocéis es la que es». De la época en la que ganó fama y dinero aireando las miserias de los Janeiro prefiere no acordarse. Sin embargo algunos de aquellos rencores permanecen intactos. «Yo hay cosas que no perdono ni olvido. Por ejemplo, a la gente que me ha hecho mucho daño y que me ha defraudado. No los perdono. Pero paso de ellos. Tengo cosas mejores en mi vida actual».
Fenómeno mediático sobre el que se han llegado a escribir tesis doctorales , María Belén Esteban Menéndez puede presumir de haber marcado récords históricos de audiencia solo por anunciar que se ha retocado la cara. En la Nochevieja de 2009 consiguió para Telecinco el mejor resultado de una cadena privada en unas campanadas. Y así todo lo que toca... El secreto de su éxito probablemente no se lo explique ni ella. Eso sí, para su hija prefiere otro tipo de vida. «Estoy muy feliz de que mi Andrea no sea mediática». En el capítulo sentimental, tras sonados desengaños, también le va viento en popa. «Tengo mi vida llena de amor», proclama la diabética mas famosa de España. El responsable es Miguel Marcos, el sanitario (12 años más joven que ella) que la atendió en la ambulancia cuando sufrió una fuerte subida de azúcar.
Los que hace veinte años pronosticaron que pronto acabaría como un juguete roto, siguen esperando... Belén Esteban se ha desmoronado algunas veces, pero hasta ahora siempre se ha vuelto a poner en pie y de momento no piensa jubilarse. «Aunque me critican mucho, yo me siento sobre todo muy querida. Todo el mundo me conoce. Tengo mi mala leche y mi no mala leche; mis días buenos y malos, como todos. Pero sigo siendo una chica sencilla que nunca ha olvidado de dónde viene. Yo sé -dice convencida- que en fondo soy buena gente, y eso me refortalece».
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