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joaquina dueñas
Domingo, 5 de diciembre 2021, 23:14
Los seguidores de Will Smith y de su mujer, Jada Pinkett, se han cansado de escuchar sus aventuras y desventuras personales. En los últimos tiempos la pareja se ha convertido en protagonista de los titulares internacionales al confesar que tienen una relación abierta y dar ... detalles de con qué personas han mantenido encuentros fuera del matrimonio.
Además, el que fuera príncipe de Bel-Air ha publicado sus memorias, en las que relata sus vivencias desde la infancia. Así las cosas, parece que son muchos los que ya no quieren saber más de sus vidas y han puesto en marcha una petición en Change.org que ha recabado ya casi 20.000 firmas.
Entre los comentarios brillan algunos que se quejan del empacho que les causa las revelaciones de la pareja: «Tienen demasiada negatividad y dramatismo» o «los puntos de vista que expresan no son saludables ni para los adultos ni para nuestros hijos». Sin embargo, para otros, es solo una cuestión de hartazgo: «Estoy harta de escuchar todas las tonterías que hacen en su vida personal. Es agotador», «necesito un descanso» o «solo necesito saber de ellos que son grandes actores», son algunas recriminaciones de algunos de los firmantes.
Traumas, sexo y violencia familiar son asuntos sobre los que se explaya el protagonista de la famosa 'Men in Black' en su autobiografía, titulada 'Will' y publicada por la editorial Zenith en España. Entre las confesiones más duras, la que asegura que pensó en asesinar a su padre, William Carroll Smith, fallecido en 2016 a causa de un cáncer y que infligió malos tratos a su madre, Caroline Bright.
«Mi padre era violento, pero también estuvo en cada obra de teatro y recital que daba. Era alcohólico, pero estaba sobrio en los estrenos de cada una de mis películas», escribe en las primeras páginas del libro. Cuando el actor tenía nueve años, vio a su padre pegar a su madre, lo que supuso un punto de inflexión para el también intérprete de 'Soy leyenda'.
El odio que arraigó en su interior hacia su progenitor fue el origen de los problemas de salud mental y de las inseguridades que arrastró después. Antes de conocer a Pinkett, tuvo un gran desengaño que lo llevó a refugiarse en el sexo. No le fue bien la promiscuidad, hasta el punto de que desarrolló «una reacción psicosomática a tener un orgasmo». «Podía, literalmente, tener arcadas y a veces, incluso vomitaba», detalla.
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