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arantza furundarena
Madrid
Domingo, 28 de marzo 2021, 00:17
Para Coque Malla (Madrid, 1969) la pandemia ha sido un «tsunami brutal». En los últimos meses perdió a su padre y se llegó a sentir «bajo el agua». Ahora resurge con el single 'El crac universal' y dice empezar a ver la luz al final ... del túnel. A sus 51 años, el exlíder de Los Ronaldos tiene dos hijos pequeños que ya le cantan 'Adiós papá'.
-Por crac universal entiende la pandemia, imagino.
-Es una interpretación poética de una situación angustiosa. El paisaje es la pandemia pero la canción habla de más cosas.
-La escribió convencido de que en el verano de 2020 se acabaría el virus. ¿Había seguido las teorías de Chuchalin?
-Había leído muchas cosas, como todos. Y creo que había una buena dosis de ingenuidad, motivada por el deseo de que esta pesadilla pasase pronto. Yo tenía esperanzas de que al final del verano pasado la humanidad estallase en una fiesta de libertad y placer.
-Pues ya ve que no fue así.
-No, ni creo que lo vaya a ser porque el camino hacia la libertad será tan paulatino que no lo vamos a vivir como una fiesta de un día para otro. Una de las cosas que más me angustian es la sensación de que esto no tiene fin.
-¿Sufre fatiga pandémica?
-Creo que sí, aunque ahora estoy pasando un momento bastante estupendo después de unos meses muy duros, sobre todo las navidades, con el problema que tuvimos en Madrid de la nieve, el fallecimiento de mi padre...
-¿Murió por coronavirus?
-No. Era mayor y llegó al final de sus días. El covid lo pasó prácticamente asintomático. Pero fue como una suma de factores asfixiantes, tristes y apocalípticos que a mí me tuvo muy preocupado, como bajo el agua. Ahora empezamos todos a ver la luz, ha llegado la primavera...
-¿Es un optimista genético?
-Soy vitalista. Disfruto mucho de la vida con cosas muy sencillas. Yo con un buen vino y una buena comida ya soy feliz.
-¿Seremos capaces de construir algo útil con todo el dolor vivido?
-En eso sí soy pesimista. Como individuos, hay gente maravillosa, de buen corazón, revolucionaria, moderna... Pero, como grupo, no somos capaces de cambiar las cosas a mejor. En las redes sociales hay un debate muy bronco y violento. Es una señal tristísima. En las redes nos sale el energúmeno, igual que en los atascos.
-¿De esta no salimos unidos?
-De momento nos estamos alejando y además la situación se está gestionando de una manera muy torpe, injusta y absurda por parte de las administraciones.
-Y luego la gente organiza un carnaval en Marsella o viaja a Madrid para desmadrarse.
-Yo lo encuentro normal. No lo premiaría, pero lo veo absolutamente comprensible. Si no lo hago es porque todavía me queda sentido cívico y responsabilidad. La salud es lo primero, pero no lo único. Hay otras dos líneas de supervivencia, como son la económica y la emocional, que también hay que cuidar. Las administraciones tienen que ser coherentes porque si no nos vamos a cabrear mucho y creo que estaría justificada una revolución muy salvaje.
-Por edad le toca vacunarse con AstraZeneca. ¿Preocupado?
-Sin caer en el negacionismo, puedo entender el vértigo y el reparo de alguna gente a vacunarse. Yo creo que contendré la respiración por diez segundos, pero me pienso vacunar.
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