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Julia Fernández
Viernes, 13 de enero 2023, 08:46
La última canción de Shakira es una colaboración con Bizarrap, un tipo que todo lo que toca se convierte en oro. El tema con la colombiana -una venganza hacia su ex, Piqué- lleva apenas día y medio en el aire, pero difícil será encontrar a ... alguien que no lo haya escuchado. Si hasta algunos ministros del Gobierno se han hecho fotos escuchándola.
Sin embargo, no es la única composición en la que participa este argentino que ha arrasado. Lo hizo este verano con Quevedo, su 'Quédate', o lo que es lo mismo la sesión 52 de Bizarrap. En un mes acumuló nada menos que 45 millones de reproducciones en Spotify, por encima de Bad Bunny y Rosalía. También impulsó con su sesión número 36 la carrera de Nathy Peluso. Se convirtió en una de las 100 canciones más escuchadas. Luego, Peluso colaboró con C. Tangana en 'Ateo', otra de esas canciones que se escuchaban en todas partes.
Bizarrap se ha convertido en el productor de moda con el que todos quieren trabajar... Y eso que solo tiene, atención, 24 años. Su nombre real es Gonzalo Julián Conde, y nació en Ramos Mejía, una ciudad dormitorio a 22 kilómetros del centro de Buenos Aires. Cuentan que con solo tres años pidió un micrófono por Reyes, toda una declaración de intenciones. A los 14 empezó a rapear por su vecindario.
Cuando cumplió los 18, decidió estudiar marketing en la universidad, pero en 2017 la discográfica Warner le invitó a colaborar. «Me llamaron para una publicidad, querían que anunciar una canción en Instagram», ha contado él en algunas entrevistas. Le pusieron a escuchar varias composiciones y él fue dando su opinión de la manera más normal, pero algo llamó la atención de los presentes y le ofrecieron quedarse. «Yo les dije: 'venga, dale'».
Fue su oportunidad para aprender «trucos y secretos de la industria» que ahora manipula a su antojo. Estuvo dos años en los que se dedicó, sobre todo, a organizar lo que se llaman batallas de gallos: es decir, reuniones de artistas de rap que competían entre sí. Las grababa y luego las subía a Youtube, donde tenían un público muy fiel.
La historia duró dos años, hasta que Bizarrap se dio cuenta de dos cosas: una, que quería tiempo para sus propios proyectos; y dos, que se metía más dinero en el bolsillo con ellos que con lo que le pagaba la multinacional. «Era una paliza. De las 7 a la 1 iba a la facultad, de las 2 a las 18.00 a Warner y luego en casa a producir hasta las 2», ha contado.
Así fue como empezó a grabar sus sesiones personalizadas con raperos. Los primeros fueron poco conocidos, pero según pasaba el tiempo, colaboraba con gente más famosa. El pistoletazo de salida del fenómeno lo dio en plena pandemia, en 2020, de la mano de Nicky Nicole. Su colaboración se convirtió en viral y le hizo ser conocido en todo el mundo y a todos los niveles. Después, le llegó el turno a Nicky Jam, Anuel Aa, Residente, Paulo Londra...
Este verano hizo de un desconocido canario, Quevedo, el número uno en Billboard. Y ahora vuelve a escena con Shakira y su polémico tema, que este jueves ha sido el tema de conversación de todo el mundo: el supermercado, la oficina, el Congreso...
Además de rapear, a Gonzalo le gusta también Radiohead, una banda británica de rock alternativa. Y toca el piano, el instrumento con el que hace los «beats» de las canciones y se los muestra a los artistas. De las letras se encargan sobre todo sus 'invitados', aunque él les ayuda si se encallan en alguna estrofa, algo que no parece que haya necesitado la despechada colombiana.
El argentino es una estrella internacional que, además, nada en dinero. Solo con la sesión 52 habría facturado un millón y medio de euros en dos meses. Así que no hay que echar cuenta para darse cuenta de que no pasa estrecheces. Algunos le calculan una fortuna cercana a los ocho millones.
Ahora bien, pese a su opulencia, no estamos ante un personaje ostentoso. Le gusta mantener un perfil bajo. Sigue yendo en chándal y con gafas oscuras. Verle sin estas últimas es casi un milagro. Tras ellas oculta un rostro aniñado y una mirada despierta.
Además de la música, le gusta el fútbol y es fan de Messi, claro. En el pasado Mundial acudió a Qatar para ver ganar a Argentina la final. Lo definió como «el mejor día de su vida». Y lo inmortalizó para Instagram. Allí, en la grada, con la camiseta albiceleste nadie diría que estamos ante el productor musical de moda.
Celoso de su vida privada -no se le conoce novia, aunque se le ha relacionado con la actriz española Esther Expósito-, su única extravagancia es su manía por ocultar sus ojos en todas partes.
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