Tom Mesereau, la última esperanza de Bill Cosby

Mesereau, de 67 años, es fácilmente reconocible por la larga cabellera blanca que pasea desde hace años por los juzgados. Alto y fornido, se muestra llamativamente tranquilo cuando acude a la corte. Suele ser silencioso y cerebral, rehuyendo las tácticas teatrales de muchos colegas, y ha pasado gran parte del juicio contra Cosby callado, erguido en su asiento, hasta el momento en el que se ubica con determinación tras el atril. Ahí salen a relucir sus métodos agresivos para tratar de desmontar las acusaciones contra Cosby por agresión sexual.

Un testigo de la fiscalía ha tachado su carácter de «sórdido» y sus tácticas como «repugnantes», pero incluso los detractores de Cosby admiten que Mesereau está haciendo todo lo que puede por el actor, al que una gran parte de la opinión pública ya condenado antes de resolverse el juicio. La eventual absolución de Cosby, acusado de abuso, agresión sexual o violación por 60 mujeres, cementaría la reputación de Mesereau como el abogado al que acuden los famosos cuando están contra la espada y la pared.

Sus amigos subrayan su integridad y sus décadas de trabajo altruista para afroamericanos sin recurso o para quienes enfrentan la pena de muerte, como evidencia de su compromiso con la justicia. «Nadie iguala sus habilidades en el contrainterrogatorio», opina Charles Salvagio, un abogado penal que ha trabajado en asesoría legal gratuita con Mesereau en Alabama desde 1998, y que lo considera un amigo cercano. «Te lleva por un camino y ni siquiera te das cuenta de que está llevando, y de repente te golpea con algo», asegura.

El argumento de apertura de Mesereau fue un ataque enérgico contra Andrea Constand, la mujer que acusa a Cosby de drogarla y agredirla sexualmente hace 14 años. La llamó mentirosa y la acusó de jugar con las emociones de un padre que se sentía solo y estaba aún en duelo por el asesinato de su hijo, todo para obtener un acuerdo de 3,4 millones de dólares que pondrían fin a sus problemas financieros. «Una estafadora, damas y caballeros del jurado. Y lo probaremos», afirmó. «Ahora es una multimillonaria porque su estrategia funcionó».

Es una defensa radicalmente diferente que la minimalista realizada en un primer juicio por el anterior abogado de Cosby, el defensor de Filadelfia Brian McMonagle, que solo llamó a un testigo. Ese proceso fue anulado el pasado mes de junio porque el jurado no consiguió alcanzar un veredicto unánime.

Mesereau logró desmontar a las testigos de la acusación de Cosby Janice Baker-Kinney y Janice Dickinson. Aunque no se le permitió admitir el testimonio sobre lo que calificó como un «amplio» uso de Constand de la marihuana y los hongos alucinógenos, consiguió incluso la alabanza del juez Steven O'Neill. «Es uste un defensor extraordinario», le dijo el magistrado. Pero el duro tono de Mesereau no siempre logra el efecto deseado. «¿Está despreciando lo que digo?», le respondió Baker-Kinney, sin ceder un centímetro. «Usted está dando la vuelta mis palabras».

Nacido en West Point, Nueva York, hijo de un teniente coronel de la Segunda Guerra Mundial, Mesereau fue educado en la Universidad de Harvard, en la London School of Economics y en la escuela de leyes Hastings de la Universidad de California. Otrora escritor de discursos para un congresista estadounidense, trabajó como fiscal estatal en California antes de ingresar en la práctica privada.

Mesereau es conocido sobre todo por conseguir la absolución del difunto Michael Jackson en 2005 de los 14 delitos por abuso de menores que pesaban sobre él tras un juicio de cuatro meses, pese a la admisión del cantante de que le gustaba compartir su cama con niños.

En mayo, consiguió que un cliente negro fuera absuelto por matar a un veterano de la guerra de Irak blanco en Alabama, un caso de fuerte carga racial cuyo desenlace fue condenado por el Ku Klux Klan.

Mike Tyson es otro de sus clientes famosos, y Mesereau consiguió que se abandonaran los cargos de agresión sexual contra el boxeador.