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Luismi Cámara
Domingo, 27 de diciembre 2015, 18:32
En el principio de los tiempos, de los tiempos políticos, despertaba la polémica y avivaba las críticas de los contrarios, ahora es una parte más dentro de la estrategia de comunicación de los partidos para aumentar la popularidad y normalizar a sus representantes.
Cuando en ... el lejano 2004, posaron para Vogue en Moncloa las ministras del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, los reproches arreciaron contra ellas y contra el propio presidente. A María Teresa Fernández de la Vega, Elena Salgado, Carmen Calvo, Magdalena Álvarez, Cristina Narbona, María Jesús San Segundo, María Antonia Trujillo y Elena Espinosa se les tachó de frívolas e incoherentes, entre otros calificativos. Luego vendrían otras entrevistas y otros posados, como el de Carme Chacón para Elle o el de Soraya Sáez de Santamaría para El Mundo, quizás el más atrevido, y también para la propia Elle... seguidos de los consiguientes comentarios que tomaban los mismos derroteros.
Pero parece que todos se han subido al carro del modelo americano de aparecer en distintos medios y en distintos programas alejados del habitual perfil político o informativo para intentar naturalizar y acercar al pueblo a ministros, presidentes, líderes o candidatos. Da igual irse de ruta o de rally con Jesús Calleja, que comentar un partido de Champions en la radio, que entrar por teléfono en Sálvame o visitar la casa de Bertín Osborne.
En algunos casos, todo vale con tal de mostrar la mejor cara, la de ciudadano ejemplar y tipo de andar por casa, la de la persona que cuelga el traje en cuanto puede para calzarse unas zapatillas, unos vaqueros y remangarse la camisa. En otros, sin embargo, interesa destacar también esa parte de 'glamour' y clase en revistas especializadas y dirigidas a un público muy concreto como es el femenino. En ambos casos, todos los partidos se han subido al carro y están más que interesados en aparecer, sobre todo si el resto está dispuesto para la foto de turno. Además, este tipo de espacios sirve para promocionar caras nuevas y dar mayor protagonismo a algunas que ya estaban pero a las que se quiere dar más visibilidad.
Gamarra, con Levy
Y parece que Cuca Gamarra es una de esa nueva hornada a la que el Partido Popular pretende dar salida hacia el mercado nacional. O eso se deduce al ver el número de diciembre de la revista Elle. En una publicación especialmente orientada a las fechas navideñas y con Elsa Pataky como protagonista de su portada, también tiene cabida un tema destinado a este grupo de mujeres jóvenes que están asumiendo cada vez más responsabilidades. Bajo el título de 'Políticas de acción', la revista presenta a Carolina Punset, Marta Rivera de la Cruz y Begoña Villacís (Ciudadanos), Isabel Rodríguez y Sara Hernández (PSOE), Teresa Rodríguez (Podemos), Mireia Mollà (Compromís), Andrea Levy y Cuca Gamarra (PP). En el texto se afirma que "comparten la misma causa: trabajar por el bien común" y que emplean para ello sus armas "de mujer".
La alcaldesa de Logroño (a la que en el reportaje se le otorga el cargo de presidenta del PP de La Rioja en lugar del presidente real, Pedro Sanz) y la vicesecretaria general de Estudios y Programas de los populares son puestas como ejemplos de sus políticas locales y nacionales, respectivamente. Dice la revista de ellas que "han hecho de la conciliación y la igualdad de género los puntos fuertes de su discurso" y divide su triunfo " a partes iguales entre la fuerza y la entrega".
Según cuenta Gamarra, su ámbito es en el que las mujeres se sienten "más cómodas y donde se producen antes los cambios y revoluciones. Es la política más auténtica". Destaca como un "hito" su llegada a la Alcaldía de la capital riojana y, según Elle, "le brilla la mirada" al hablar de su victoria electoral y de "su ciudad". También asegura la edil que, en su mandato, tenía "la obligación moral de llevar a cabo decisiones vinculadas con el día a día de una mujer, la conciliación debía estar en la agenda", y defiende que "en plena crisis" se consiguió "que Logroño no se detuviera, que la sociedad permaneciera unidad" y, prosigue, se lograron "avances sociales" porque "no todo es dinero". Por último, se pone un límite y avisa de que "ocho años es tiempo suficiente para la Alcaldía".
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