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A. Castillo / mujerhoy.com
Viernes, 22 de mayo 2015, 10:47
Ginevra Elkann parece salida de un cuadro de la pinacoteca que preside y que lleva el nombre de sus idolatrados abuelos, Giovanni y Mirella Agnelli. La tataranieta del fundador de Fiat no tiene nada de rica heredera subida de tono, al estilo de Paris Hilton, ... ni se ha puesto a la sombra de su árbol genealógico para sentar cátedra en la crónica rosa como miembro de una de las grandes dinastías industriales europeas. Ni siquiera se la puede emparentar con sus hermanos, John y Lapo, que han sucumbido a los indiscretos encantos de esta burguesía con la vida sobre ruedas.
La pequeña de los Elkann es la guardiana de la joya más preciada de aquel Agnelli, que no es un flamante coche, sino su legado emocional, una colección de arte en la que están Canaletto, Modigliani, Picasso o Matisse y que cuelga de las paredes del Lingotto, la fábrica de Turín en la que el llamado Avvocato forjó su imperio. La fábrica estuvo en funcionamiento hasta 1982 y recientemente ha sido reestructurada por el arquitecto Renzo Piano para convertirse en un centro cultural y de ocio. (Más información en MujerHoy.com)
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