Las 40 primaveras de Penélope Cruz

Ha sido sin duda un largo camino el que ha recorrido en las dos últimas décadas esta chica desde su Alcobendas natal hasta el Olimpo del séptimo arte. Un trayecto que ha completado con una singular combinación de profesionalidad, olfato y la inestimable compañía de esa elusiva diosa encargada de repartir la buena suerte que es Fortuna, la cual, sin embargo, parece haber tejido una alianza inquebrantable con la esposa de Javier Bardem. Como también parece hermanada con Afrodita, la par de Fortuna en la entrega del amor y la belleza.

A esta última debe la felicidad y estabilidad que ha hallado en su matrimonio con un hombre al que dio la réplica en uno de sus primeros trabajos, 'Jamón, jamón' (Bigas Luna, 1992), y con el que volvió a reencontrarse profesionalmente en la cinta que la convertiría en la única española que por el momento puede presumir de tener un Oscar, 'Vicky Cristina Barcelona'. En aquel filme, Woody Allen le entregó el papel de la temperamental exesposa del bohemio pintor al que ponía rostro Bardem. Pero la realidad dio un giro de 180 grados a la ficción apenas dos años después cuando, en una íntima ceremonia celebrada en una exclusiva isla de las Bahamas, la pareja pasaba por el altar para sellar la unión de los dos puntales principales del cine español de los últimos tiempos.

El dulce brillo de la maternidad

Desde entonces, Penélope se ha visto obligada a espaciar cada vez más sus apariciones en la gran pantalla. El motivo: el nacimiento de sus dos pequeños retoños. El primero de ellos, Leo, llegaba al mundo el 22 de enero de 2011 en la clínica Cedars-Sinaí de Los Ángeles. La segunda, Luna, se incorporaba a la familia Bardem-Cruz el 22 de julio de 2013 en la clínica Ruber Internacional de Madrid. La sola mención de estos dos centros ya da buena cuenta del estatus alcanzado por esta hija de un comerciante y una peluquera que se enamoró de la actuación viendo a Victoria Abril en '¡Átame!' (Pedro Almodóvar, 1989) y que menos de una década después firmaba su primera película a las órdenes del realizado manchego: 'Carne trémula'.

El advenimiento de Leo le pilló a Penélope Cruz en pleno rodaje de su primera incursión en una millonaria saga de esas que tanto gustan a Hollywood. Encargada de meterse en la piel de una vieja conocida del capitán Sparrow en 'Piratas del Caribe. En mareas misteriosas', las curvas derivadas de su estado de gestación motivaron que en algunos planos hubiese que recurrir a su hermana, Mónica, para salvaguardar la estilizada silueta de Angelica Teach. Con Mónica mantiene una extraordinaria relación, como también ocurre con Eduardo, otro artista de la familia que ocupó durante algún tiempo las páginas del papel couché merced a su relación con la actriz Eva Longoria. Y el parto de Luna precedió en apenas unos meses al estreno de 'El consejero', un largometraje de Ridley Scott cuyo espectacular elenco incluía también a Javier Bardem.

Entre medias, apenas unos cuantos proyectos, siempre a las órdenes de los cineastas bajo cuyos paraguas cimentó su ascenso en la industria. Con Woody Allen repitió en 'A Roma con amor' (2012), con Sergio Castellitto hizo lo propio en 'Volver a nacer' (2012) y con Pedro Almodóvar firmó su quinta colaboración en 'Los amantes pasajeros' (2013). El director de 'Blade Runner' fue, por tanto, el único 'extraño' al que Pé confió su precioso tiempo.

Estabilidad

No es de extrañar. Desde que se convirtió en madre, Penélope guarda con celo su intimidad y la de los suyos, decisión que comparte al cien por cien con su esposo. Remotos quedan ya los tiempos en los que copaba portadas de revistas del brazo de algunos de los guaperas de Hollywood. Tom Cruise y Matthew McConaughey fueron sus novios oficiales más conocidos, aunque también se la vinculó con otros galanes como Orlando Bloom o Matt Damon. La madrileña acumulaba relaciones casi al mismo ritmo que firmaba contratos cinematográficos. Hollywood se había rendido a sus encantos y ella vivía su noche más especial en la meca de los sueños cuando se le dio la oportunidad de gritar un inolvidable "Peeeeedro" al anunciar que su realizador favorito había ganado el Oscar al mejor guión original por 'Hable con ella'.

Ocho años después de aquella aparición estelar, Pe recibía su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, como también haría su marido apenas un año más tarde. Ataviada con un espectacular vestido púrpura, la de Alcobendas agradecía todo lo aprendido a los cineastas con los que había trabajado y se prodigaba en elogios hacia su esposo y su, por entonces, único hijo. El acto era la enésima declaración de amor de la industria hacia una de sus 'niñas mimadas', una estrella "pura", tal y como la describió en aquella ocasión Johnny Depp, que, mientras cumplimenta sus deberes de madre, suena con fuerza para otra franquicia, la del Agente 007. Convertirse en 'chica Bond' es una de las pocas cosas que podrían engrandecer aún más su currículum. Y, de paso, sería una fantástica forma de celebrar la entrada en su cuarta década de existencia para una mujer que jamás se ha arredrado ante ningún reto. Una fémina que ha marcado el discurrir del cine español a lo largo de las dos últimas décadas y a la que le queda cuerda para rato.