El candidato a lehendakari del PNV, Imanol Pradales, celebra los resultados electorales vascos

Pradales, de remero a patrón

Discípulo de Urkullu desde la niñez, quien a todas luces será su sucesor como lehendakari encarna el relevo generacional de un PNV que ha visto en serio peligro su hegemonía política

Lunes, 22 de abril 2024, 00:35

Hay quien vio desde el principio en Imanol Pradales Gil (Santurtzi, 1975) un calco de Iñigo Urkullu con unos cuantos años menos (catorce). Correcto, frugal, tranquilo, disciplinado, serio. Algo se le debió de pegar en cuarto y quinto de EGB, cuando fue su maestro en ... la ikastola Asti Leku de Portugalete. Y algo de él debió de ver aquel profesor para que, dos décadas después, como presidente del Bizkai buru batzar, lo fichara de colaborador. Ninguno de los dos podía imaginar entonces que el pupilo acabaría relevando al maestro en la intrincada tarea de gobernar Euskadi.

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Resulta inevitable hablar del parecido entre ambos y también de ese emotivo abrazo en el que se fundieron el 26 de noviembre de 2023 en Sukarrieta, representación de la máxima jeltzale 'Katea ez da eten' ('La cadena no se rompe'). Recién designado candidato por sorpresa, Pradales comenzó junto a la tumba de Sabino Arana un periplo de casi cinco meses y más de 12.000 kilómetros en coche que le ha llevado a ganar, el día de su 49 cumpleaños, las elecciones autonómicas más competidas de los últimos tiempos.

Quien a todas luces será el próximo lehendakari ha tenido que rodarse a marchas forzadas porque, si bien está largamente bregado en la gestión pública, era un perfecto desconocido para la mayor parte de la sociedad vasca. Diputado foral en Vizcaya desde 2011, la maquinaria del PNV ha trabajado a pleno rendimiento para darle la máxima notoriedad y tratar de proyectar una figura presidencialista bajo la vitola de hombre preparado, deportista, familiar y cercano.

Formal y obediente

Suele contar Rosi, su madre, que desde pequeño fue «un chaval formal y obediente» que, como era el mayor de los cuatro, siempre miraba por sus hermanos, todos varones. Las penurias económicas que atravesó la familia marcaron al primogénito, quien decidió volcarse en sus estudios. De la ikastola se llevó el euskera que no pudo aprender en casa. Y a la universidad −hizo la carrera de Ciencias Políticas y Sociología en Deusto− llegó gracias al dinero que le dio su abuelo de la indemnización que había cobrado como superviviente de la Guerra Civil. En la institución jesuita, en la que se doctoró, también dio sus primeros pasos laborales como profesor e investigador en el campus de San Sebastián. Allí permaneció hasta que, tras ser fichado por Urkullu, su otro padre político, José Luis Bilbao, le dio su primera responsabilidad pública como director de la sociedad foral Bizkaia xede.

Fue entonces, en 2007, cuando Pradales tuvo que dejar en el dique seco su mayor pasión: el remo. Bogó desde los 15 años en la trainera de su pueblo, e incluso compitió en la Bandera de La Concha recién cumplida la veintena. Él mismo reconoce que nunca fue «un remero extraordinario», pero sí sacó de allí lecciones como «el esfuerzo y la disciplina», y también el amor de su vida, Laura, hermana de un compañero de equipo. Desde hace dos décadas viven en la vecina localidad de Portugalete y tienen en común una hija de dos años.

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En la política, como en el deporte, son muy pocos los que pasan de remero a patrón, una tarea reservada para los líderes cuando han acreditado su trabajo a babor o a estribor. Pradales nunca llegó a ponerse al frente de la trainera, pero ahora le toca dirigir el rumbo de una nave mucho más grande llamada Euskadi. La 'era Pradales' ya ha comenzado y ahora toca remar, remar más y seguir remando.

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