El voto riojano: cambiar para que todo siga igual

María Marrodán y Juan Cuatrecasas retienen su acta en la Carrera de San Jerónimo y contribuyen al éxito electoral de sus siglas. Un éxito menor, pero éxito al fin y al cabo, porque esos dos diputados, aunque fortalecen la mayoría alcanzada por Pedro Sánchez, no terminan de despejar el horizonte inmediato, donde los pactos entre antagonistas seguirán siendo moneda común salvo que medie un milagro. También calca el votante riojano los designios de su hermano español en otros dos factores: el lento, pero imparable, declive de Podemos (que pierde respecto a abril seis mil votos, bien que en un escenario de mayor abstención) y el absoluto fracaso de Ciudadanos, penalizado por la errática estrategia de Albert Rivera. En La Rioja no sólo pierde ese histórico escaño en Madrid, sino que la hemorragia en votos (más de 20.000 papeletas menos) se refleja en un deterioro de su hasta ahora ascendente trayectoria. En medio año ha pasado a convertirse en la quinta fuerza en La Rioja. Una triste condición que se repite también en Logroño.

En la capital, el PSOE obtiene incluso mejor resultado que a nivel regional. Dos puntos de diferencia respecto al PP que sin embargo no se corresponde con resultados semejantes en otros municipios de la región. En Calahorra, la lista popular supera a la socialista. Un desenlace similar al registrado en otras cabeceras, aunque debe aceptarse que en unas elecciones generales tiende a prevalecer en el ánimo del votante su opinión sobre el contexto nacional. Extraer lecturas a escala municipal resulta interesante, aunque temerario. La prudencia aconseja limitar toda interpretación a la lectura desapasionada de los datos. Que son obstinados. El PSOE suma una nueva victoria en La Rioja en las elecciones al Congreso, el PP recupera sus posiciones perdidas y atrapa un escaño más respecto a abril en elSenado, donde a Vox le perjudica lo exiguo de su candidatura: sólo presentaba una casilla en su papeleta. Insólita fotografía final: empate a dos escaños en la Cámara Alta con el PSOE, que también dominan en el escrutinio nacional aunque sin mayoría absoluta. Lo cual demuestra la vigencia del viejo dictamen de Lampedusa: todo cambia, en efecto, para que todo siga más o menos igual.