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El 28 de abril fue día grande para el PSOE de La Rioja: esa noche, sus dirigentes bailaron como pocas veces, sobre la tarima dispuesta en la plaza de Martínez Zaporta. También fue una madrugada de éxtasis en Ferraz, pero en la sede ... nacional de los socialistas una victoria en las urnas no era la rareza que sí representaba para sus hermanos riojanos superar al PP. Su primer triunfo en décadas, un éxito que justificaba las sonrisas dominantes, presagio del siguiente éxito que se anunciaba para mayo. Fue una campaña inolvidable para los vencedores, como lo será la que anoche se clausuró. Por varias razones: por la brevedad de su desarrollo (una semana, en tono menor) y por el resultado que deparen las papeletas. Un desenlace para el cual será decisivo saber hasta qué punto el votante de abril mantiene su fidelidad a sus siglas. Hasta qué punto por lo tanto el trasvase de votos que pronostican las encuestas desde los pequeños a los grandes determinará no sólo quién gane en La Rioja, sino el botín más preciado: la identidad del inquilino de Moncloa.
Para que sea Pedro Sánchez quien retenga ese honor, debería extenderse entre el electorado el llamamiento a evitar el actual bloqueo parlamentario que obligó a nuevas elecciones, según el mantra reiterado durante la campaña por el PSOE. Ayer, Francisco Ocón, secretario general de los socialistas riojanos, insistió en ese mismo mensaje y pidió el voto para sus candidaturas como «el único dique de contención posible contra el avance de la extrema derecha», el otro señuelo agitado estos días desde el PSOE. Una sutil manera de contribuir al auge de Vox como vacuna que frene el posible avance del PP.
Ocón hizo estas declaraciones durante un encuentro con los medios de comunicación, acompañado por la presidenta Concha Andreu y los miembros de sus candidaturas. Un acto semejante al que protagonizó el PP, con su candidata al Congreso Cuca Gamarra al frente acompañada por sus compañeros de listas, durante el cual también la palabra bloqueo se citó con alguna insistencia. Porque el PP, concluyó la actual diputada, se ofrece como garantía para «desbloquear España». Un propósito que reclama una pirueta aritmética singular: que avance Vox, pero no demasiado, y que se despeñe Ciudadanos. Una teoría de los vasos comunicantes con aspecto de crucigrama, que significaría un trasvase de apoyos insólito.
Porque hace apenas medio año, la formación naranja se quedó a menos de un punto porcentual del PP a escala nacional: se llevó el 11,26% de los votos, frente al 11,85% que obtuvo Pablo Casado. De abril a noviembre, ha pasado un siglo para Albert Rivera y los suyos, que en La Rioja se quedaron entonces a menos de seis puntos del PP y se hicieron con el escaño de María Luisa Alonso que aspiran a revalidar. Un objetivo puesto en cuarentena por las encuestas, que avisan de su declive y darían oxígeno al PP. ¿Hasta el punto de superar al PSOE, así en España como en La Rioja? La respuesta a esa pregunta dependerá de cómo conteste el elector a otras interrogantes: cuál será el nivel de abstención, que se presume elevado, y hasta qué punto protagonizarán los seguidores de Podemos una mudanza semejante hacia el PSOE. Es decir: si serán los socialistas los ganadores de la batalla por el relato. En La Rioja, la vencedora fue Concha Andreu. Si el electorado distingue a Sánchez con ese título, todas esas preguntas se contestarán solas.
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