Sánchez y Feijóo se juegan el todo por el todo
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Las quintas generales en ocho años decidirán entre supervivencia o cambio, si el país se ata al 'bibloquismo' y si sortea el bloqueoHay una imagen que describe la singularidad de las elecciones generales que convocan hoy a 37,4 millones de personas a ejercer su derecho al voto para decantar el Gobierno de España, bajo una feroz polarización entre el PSOE y el PP y, por extensión, ... entre las izquierdas y las derechas divididas en el 'bibloquismo' que tironea del bipartidismo hacia los extremos. Esa instantánea es la de las papeletas, urnas y cabinas acompañadas de ventiladores y cargamentos de agua para aliviar en los 22.000 colegios electorales los rigores de un 23 de julio muy recalentado por la canícula -las temperaturas rebasarán en algunas provincias los 40 grados- y con los ánimos políticos abrasados, tras una legislura subida en una imparable montaña rusa coronada por dos comicios al límite en otros tantos meses.
Las quintas legislativas en menos de ocho años determinarán si a Pedro Sánchez le queda gasolina en aquel Peugeot 407 -tan real como metafórico- con el que se recorrió España en su determinación de recuperar la secretaría general del PSOE para dar la campanada este 23-J y conservar opciones de retener el poder. O si, como pareció preludiar el vuelco territorial del 28 de mayo y han venido pronosticando la gran mayoría de las encuestas, Alberto Núñez Feijóo logrará su objetivo de consumar con éxito el salto del Palacio de Monte Pío a la Moncloa año y medio después de haber sido ungido para rescatar al PP del cisma que estuvo a punto de devastarlo. Los dos, Sánchez y Feijóo, se juegan el todo por el todo: salvo bloqueo y repetición electoral, la excepcionalidad con la que se especula en la España abonada desde 2015 a la inestabilidad política, solo podrá quedar uno entero y en pie.
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Del tirón final de uno y otro, en unas elecciones donde la participación será clave con récord de 2,6 millones de sufragios por correo, pende que el país conceda otra oportunidad al 'sanchismo' o que opte por derogarlo con un cambio de carril cuyo alcance y profundidad se medirá, si gana el PP, por el grado de supeditación de Feijóo -ninguno, un pacto de investidura o asientos en el Consejo de Ministros- con respecto al Vox del que pretende desasirse. La derecha radical ambiciona 'hacer un Podemos': ser decisiva para formar Gobierno, como los morados en 2019, aun perdiendo electorado. Enfrente, pugnando contra las redes pelágicas del bipartidismo y por esa codiciada tercera plaza con los de Abascal que puede garantizar un puñado de valiosos escaños, Yolanda Díaz compite consigo misma; con las expectativas de una candidatura de aluvión a la izquierda del PSOE que podría quedarse lejos de las marcas alcanzadas en su día por «la nave nodriza» de Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez aprovechó ayer los retratos de circunstancias de los candidatos el día de reflexión para difundir algo parecido a un estado de ánimo: un vídeo suyo en bicicleta de montaña a toda velocidad. El aspirante a la reelección precipitó las generales a las doce horas del 28-M para cortocircuitar el empuje de un PP muy venido arriba, y lo hizo aferrado a dos cifras: que pese al descalabrado mapa territorial, el PSOE solo había perdido 400.000 papeletas mientras que la dispersión de siglas a su izquierda había enviado al sumidero 300.000. Aupados sobre la leyenda del superviviente de su líder, los socialistas han pasado del 'hay partido' a la euforia -amparados en sondeos alternativos y en la convicción de que su electorado ha despertado del adormecimiento del 28-M- sobre sus opciones de impedir un Gobierno «'trumpista'» de las derechas. De atender a las intenciones de voto publicadas y en el escenario menos benévolo para Feijóo, Sánchez necesitaría volver a concitar a todas las fuerzas de la investidura con la sombra del bloqueo -el 'quid pro quo' de Junts y la CUP es un referéndum en Cataluña- como telón de fondo.
2.471.935 votantes
es la cifra récord que han ejercido su derecho por correspondencia en estas elecciones, para las que las solicitudes se han disparado hasta unos también históricos 2,6 millones. El reto cumplido por Correos apunta a las ganas de votar en plenas vacaciones, aunque resta por ver el dato definitivo de participación.
Los socialistas interpretan que una participación elevada les catapultará tanto a ellos como a Sumar. Si el entusiasmo no acaba rentabilizado en votos, 'el día después' dependerá del cuadro general y de en qué listón se quede el presidente sobre sus actuales 120 escaños. Si se desataran las hostilidades internas, sus fieles tienen asegurado asiento en el nuevo Congreso.
Lo único en lo que vienen a coincidir los partidos en estas horas de tensión contenida es que unos pocos miles de votos pueden remover escaños en graneros como Cataluña o Andalucía, pero que son las provincias pequeñas -las de cuatro o cinco diputados- las que pueden acabar cristalizando o frustrando expectativas. En su sondeo de hace una semana para este periódico, GAD3 identificaba como puntos especialmente sensibles en el pulso bipartito Burgos, León, La Rioja, Lugo, Orense, Cáceres, Albacete y Ciudad Real; es decir, allí donde el PP aspira a dar el salto a costa del PSOE y de Vox. Los populares, que se dicen tan «tranquilos» sobre su victoria como cautos acerca de su holgura - «Superar los 150 escaños sería un grandísimo resultado»-, cifran en torno al millón los votos que habrían pescado del PSOE y sueñan con una cuadratura del círculo: que los socialistas acaben ahogados entre su tirón y un Vox erosionado pero no vaciado.
LAS CLAVES
Esperanza en la izquierda Los socialistas ha pasado del 'hay partido' ala euforia sobre sus opciones de frenar un Gobierno de las derechas
La expectativa en la derecha Génova sueña con cuadrar el círculo: que sus rivales acaben ahogados por su tirón y con Vox erosionado pero no vaciado
Si no es primera fuerza -lo que abriría la puerta a otra crisis de liderazgo en el PP-, Feijóo se ha comprometido a abstenerse para que Sánchez no vuelva a atarse al secesionismo, buscando así una contrapartida homóloga de su rival. Sánchez no ha recogido el guante. Y el líder de los populares se ha lanzado a por el voto útil a derecha e izquierda llamando a evitar la parálisis y apelando a los socialistas desafectos con el 'sanchismo'. Las urnas dictarán hoy la hoja de ruta a los contendientes, las presiones del día siguiente' y si el país salva o no una inestabilidad agravada.
Se ha convertido en lugar común que el hecho de que el voto sea cada vez menos fiel y haya ganado volatilidad multiplica el número de indecisos en la recta final hacia las urnas; indecisos que, se proclama, pueden rondar hasta el 30% del electorado dificultando la anticipación de las tendencias electorales. El equipo de GAD3 niega la mayor: sitúa como mucho, y en los compases iniciales de la campaña, en el 10% la cifra de quienes no saben si van a ir a votar y a quién lo harán en el supuesto de que acaben acudiendo a las urnas; pero «esta última semana ya no hay indecisos», zanja María Martín Revuelta, responsable de Comunicación de la consultora. No los hay no porque no existan electores que duden, sino porque una encuesta «bien hecha» debe de ser capaz de extraer luz de la información que recibe de los encuestados. Aunque siempre haya un resquicio para ese elector o electora que por motivos impredecibles cambia de parecer camino de la mesa electoral.
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