Alberto Núñez Feijóo presume de haber convertido una de las principales debilidades de Pedro Sánchez, el rechazo que genera en los ciudadanos, en una de sus grandes bazas electorales. El candidato del PP recorre España «buscando el contacto directo con la gente en la calle» ... mientras el presidente del Gobierno se centra en programas o podcast explorando otras audiencias. No entiende como su rival ha dejado de lado las plazas en favor de los platós. Él, en cambio, dice que prefiere quemar suela «para estar con la gente» y conocer de primera mano sus necesidades e inquietudes. Su agenda está repleta de actos mañana y tarde. Por la noche, siempre que puede, vuelve a casa. A Madrid que no a Galicia, aunque hay morriña.
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El día empieza en la capital madrileña a la que regresó la víspera desde Cádiz, la ciudad donde se le «dilataron» las pupilas por la luz cegadora y que elevó a la categoría de 'tacita de oro'. El líder gallego llega a la estación de Chamartín acompañado por un equipo reducido para coger el AVE que le llevará a Murcia, al borde de la repetición electoral ante la falta de acuerdo entre el PP y Vox para investir a Fernando López Miras. Su presencia no pasa desapercibida. Se suma a la cola de los controles de seguridad entre decenas de selfis y de viajeros que le saludan mientras se aventuran a darle como ganador el 23-J. «Se comió a Sánchez. En las urnas lo repite», vaticina una señora tras el cara a cara entre ambos candidatos. En el vagón le espera un acompañante muy especial: José María Aznar, que viaja junto a Ana Botella y uno de sus nietos. El expresidente del Gobierno es el invitado estrella del mitin en Murcia –tres días antes lo fue Mariano Rajoy en Pontevedra–. Su mensaje contra Vox tiene enorme resonancia en el electorado que está a la derecha del PP. Y Feijóo quiere aprovecharlo.
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Paula De las Heras
En la estación murciana espera López Miras, animado. Conversa con un grupo de periodistas sobre el bloqueo de su investidura hasta que ve a Feijóo y Aznar enfilar el pasillo de la salida. Ambos van saludando a todo aquel con el que se cruzan entre selfi y selfie y se paran un momento a charlar con los reporteros. «Estas son las que me siguen desde hace un año», bromea con el exjefe del Ejecutivo sobre las periodistas –mayoría– que cubren la campaña del PP antes de subir a los coches que les trasladarán hasta el auditorio Víctor Villegas donde se celebrará el acto. En pleno mes de julio y con una ola de calor es impensable hacerlo al aire libre. Y en Murcia rozan ya los 40 grados. De la humedad, mejor ni hablamos.
Pero el calor sofocante no ha echado para atrás a los asistentes que abarrotan el recinto y que sobreviven a golpe de abanico y de botellas de agua fría que se reparten a la entrada. «Dicen que hoy llegamos a los 47 grados», asegura López Miras desde el escenario tras calentar al auditorio contra Vox y alabar a los dos presidentes que no pierden detalle desde primera fila. Un vídeo de homenaje al político de Os Peares precede a su intervención. La temperatura está a punto de dispararse. Feijóo comienza poniendo en el punto de mira al partido de Santiago Abascal por su bloqueo en la región, advierte de que «lo pagarán en las urnas», continúa con su apelación al voto útil y finaliza instando a los carteros a que «con independencia de sus jefes» garanticen que la documentación para ejercer el derecho al sufragio llega a todo el que ha pedido hacerlo por correspondencia.
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La mañana termina con una comida en un restaurante de Murcia y con las redes sociales en ebullición por haber sembrado dudas sobre la gestión del voto por correo. El equipo de Feijóo niega que en ningún caso estuviese alentando la idea de que pueda producirse un pucherazo y se remiten a las denuncias efectuadas por los sindicatos de Correos sobre la falta de personal. Pero la izquierda cree que eso es lo que pretendía, generar desconfianza y «desafección», al más puro estilo de los populistas. La campaña se embarra.
Con la polémica de fondo, la siguiente parada del día es Alicante, a poco más de 80 kilómetros. Allí, Feijóo hace acto de presencia con media hora de retraso. «Tenía cerrada una entrevista y se nos ha hecho tarde», justifica un miembro de su equipo a su llegada en el Auditorio de Música de la Diputación alicantina. Nada más empezar, un apagón de luz en la zona obliga a posponer más de cinco minutos el acto. Solventado el imprevisto, el 'show' continúa. Esta vez es Carlos Mazón quien hace de telonero del 'boss', un día antes de ser elegido presidente de la Generalitat Valenciana con el apoyo de Vox. Así que, en esta ocasión, no habrá dureza contra la formación de extrema derecha y sí promesas por el agua, las infraestructuras y el fin de la infrafinanciación de la comunidad.
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Un espontáneo interrumpe desde las gradas. Es Delfín Garrido, tío de Miguel Ángel Blanco. En cuestión de horas se cumplen 26 años del secuestro y asesinato del concejal del PP en Ermua y pide un aplauso para su sobrino. Feijóo rinde homenaje al edil, una de las víctimas más recordadas en la tragedia provocada por ETA, y aprovecha para enviar un aviso al PSOE. «Nunca vamos a perdonar que haya dicho que EH Bildu ha hecho más por la democracia española que el PP». La jornada finaliza en el aeropuerto para coger el último vuelo rumbo a Madrid mientras tacha otro día del calendario. Horas antes en Murcia ha dicho que «ya no queda mucho». Se supone que habla de la Moncloa.
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