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Las elecciones generales del 28 abril marcaron un punto de inflexión en el voto de La Rioja. Por primera vez desde 1986, la particular carrera que disputan los dos partidos mayoritarios cambió de ganador. El habitual dominio del PP se quebró en favor del PSOE, ... que no sólo quedó por delante de su rival más directo sino que abonó el triunfo de los socialistas en las autonómicas de mayo y el posterior cambio de inquilino en el Palacete de Vara de Rey.
La reedición de los comicios presume desde esa perspectiva un valor más allá del número de escaños que los partidos con más opciones puedan lograr: pulsar el estado del equilibrio de fuerzas tras un vuelco histórico. Y no sólo ya en el bipartidismo, sino entre el resto de las formaciones que en las últimas convocatorias han asaltado por los flancos la hegemonía que basculaba entre las sedes de Martínez Zaporta y Duquesa de la Victoria. Han transcurrido poco más de seis meses, pero el contexto ha mutado. El PSOE se mantiene firme pese a la frustrada negociación con Unidas Podemos para conformar Gobierno mientras, en paralelo, todos los sondeos apuntan a una recuperación aún por concretar de los apoyos para el PP. Pese al oráculo de las encuestas, Cs también se aferra a la dinámica que el 28-A, con el partido naranja en pleno auge, le reportó el cuarto diputado, que vuelve a ser la pieza más cotizada en el retorno a las urnas. Ni siquiera Unidas Podemos renuncia a ese asiento que cayó de su lado en el 2015, aunque ya no tendrá a IU como compañero de viaje en la comunidad. Hasta Vox se postula avalado por las más de 16.000 papeletas cosechadas en territorio riojano a pesar de su bisoña estructura. Un escenario ya de por sí punteado de aristas al que se suma otra incógnita:el destino de los 2.098 votos que el PR+ obtuvo en la anterior convocatoria y que ahora buscan dueño tras las decisión de los regionalistas de no volver a aventurarse en una cita donde se juegan mas visibilidad que opciones factibles de victoria.
Tendencias. Apuntalarlas o trabajar para virar su signo sobre el reparto de los cuatro asientos correspondientes a la circunscripción con la Ley D'Hont limitando la relación entre los votos obtenidos y su materialización en un escaño. En ese terreno se dirime la nueva campaña electoral que arranca en la noche de este jueves y que este viernes ya trae a La Rioja a los líderes de los dos principales partidos. Las agendas de Pedro Sánchez y Pablo Casado convergen en el mismo destino, aunque con recorridos dispares. Mientras el presidente en funciones tiene anunciado hacer escala por el Casco Antiguo de Logroño en la ruta que le lleva por la mañana a Vitoria y por la tarde a Pamplona, su máximo contrincante ha elegido como escenario las localidades de Autol y Calahorra. En esa pugna por acercar al electorado la figura de los cabeza de cartel nacionales, Cs ultima la posibilidad de que Albert Rivera o Inés Arrimadas también giren visita a La Rioja. Algo que no harán Pablo Iglesias ni Irene Montero como tampoco lo tiene previsto Santiago Abascal, cuyo equipo ha decidido focalizar esfuerzos en aquellas plazas en las cuales Vox roza la consecución de algún escaño.
Entre las múltiples interrogantes que gravitan sobre la campaña que concluye el día 10 descuellan unas pocas certezas. Entre ellas, que PSOE y PP se harán con al menos un diputado garantizando virtualmente el pasaporte de sus respectivos números 1 (María Marrodán y Cuca Gamarra) para la Carrera de San Jerónimo. Los sondeos coinciden en que el tercero también caerá del lado socialista en la figura de Juan Cuatrecasas. Las siglas del cuarto continúan en el alero ante las encuestas que vaticinan un retorno al escenario más recurrente en La Rioja. Es decir, una distribución pareja entre los partidos mayoritarios que daría el acta a Javier Merino como segundo en la lista del PP donde se sitúa ahora en sustitución de Carlos Yécora. Contra esos augurios batalla María Luisa Alonso haciendo valer el resultado que obtuvo Cs el 28-A. Incluso Unidas Podemos por boca de un Luis Illoro, que toma el lugar en la papeleta que en abril capitaneó Edith Pérez, confía en reeditar el hito que personificó Sara Carreño cuatro años atrás.
El punto de salida del que cada formación emprende la carrera electoral no puede ser más divergente. El PP parte con un lastre de 26.000 votos perdidos en las generales anteriores. Un retroceso que también padeció UP (en torno a 7.000 apoyos menos) frente al crecimiento de Cs y el auge de un PSOE que mira así a los niveles de confianza que disfrutó en los años 80 y que en abril también le permitió hacerse con tres de los cuatro senadores riojanos en liza. La prueba de un cambio de paradigma que los mensajes que lloverán sobre la campaña, pero sobre todo el sentido definitivo de cada papeleta el próximo 10-N, dirán si sigue vigente.
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