Secciones
Servicios
Destacamos
Pedro Sánchez se equivocó. «Los ciudadanos entienden claramente mi posición; España necesita un Gobierno duradero, estable único», dijo el pasado 17 de septiembre, tras comunicar al Rey que no veía condiciones para presentarse a una nueva investidura. El líder del PSOE había decidido ya varias ... semanas antes que o el resto de partidos, con Unidas Podemos a la cabeza, le facilitaban un Ejecutivo en solitario o asumiría unas segundas elecciones. En Moncloa aseguraban tener sondeos que los catapultaban hasta los 140 escaños. Se quedó en 120, tres menos que el 28 de abril.
Ninguna de las premisas con las que el secretario general del PSOE se lanzó a una nueva cita con las urnas se ha cumplido. En su ánimo no sólo estaba crecer, también aspiraba a humillar a Unidas Podemos para que abandonara la idea de la coalición. Y confiaba, además, en que el apoyo externo de Pablo Iglesias y del PNV le permitieran por sí solos prescindir del voto o la abstención de los independentistas en la investidura. La realidad es que ha perdido más de setecientos mil votos, la suma de la izquierda es ocho escaños inferior a la de hace seis meses y probablemente volverá a necesitar de esa «sopa de siglas» a la que se refería en sus mítines con cierto desdén. Sus llamadas a la concentración del voto se ha topado contra un muro.
Noticia Relacionada
El presidente del Gobierno en funciones y su jefe de gabinete, Iván Redondo, decidieron apostarlo todo a un carta que una parte sustancial del PSOE veía con enorme escepticismo. Creyeron que podrían hacerse con el electorado descontento de Ciudadanos gracias a un discurso cada vez más duro con el secesionismo y a las continuas apelaciones a la estabilidad. Y no ha sido así. Quien de verdad ha salido reforzado es Vox.
Desde hace días eran muchos en el partido los que advertían en voz baja de que la estrategia no funcionaría. Sostenían que el votante moderado de Cs ya había abandonado a Rivera en abril y de que los potenciales beneficiarios de su disolución serían Pablo Casado y Santiago Abascal. Pero nadie osó dar un golpe en la mesa. Casi de manera tácita decidieron que la gloria o el fracaso corrieran por cuenta del asesor monclovita,un asesor político ajeno a la organización cuya cabeza algunos piden ya.
A los socialistas les queda el leve consuelo de que, pese a todo, mantienen su condición de primera fuerza política con una ventaja de 33 escaños y más de un millón y medio de votos respecto del PP, su inmediato competidor. Pero la idea de una abstención técnica de los populares se ha ido por el desagüe, no solo porque porque con un Vox fuerte Casado tiene menos margen de maniobra para una operación así sino porque los números ni siquiera salen ya si el resto de la Cámara, salvo Cs, vota en contra.
El papel de los de Rivera, en cambio, si puede resultar clave en función de cómo se desarrollen los acontecimientos, pero tendría que estar dispuesto a una solución en la que participaran todas las fuerzas de la izquierda, los regionalistas y los nacionalistas.
Sánchez -que compareció en una plataforma colocada en la calle Ferraz junto a su mujer, Begoña Gómez; la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra; la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo; el secretario de organización, José Luis Ábalos y su número dos, Santos Cerdán, y la presidenta del partido, Cristina Narbona- reclamó a todos los partidos, «generosidad y responsabilidad» para desbloquear la situación, mientras los simpatizantes gritaban cosas como «hemos ganado, dejadnos gobernar», «con Iglesias, sí» y «con Casado, no». Por su parte, se comprometió a tener idéntica actitud con todas las fuerzas, con la excepción de Vox.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cinco trucos para ahorrar en el supermercado
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.