Pedro Sánchez, durante un acto de campaña en Alcalá de Henares (Madrid). EFE

El PSOE confía en su victoria pero teme un resultado ingestionable

Sánchez creyó que saldría reforzado de un nuevo paso por las urnas y los sondeos sitúan a los socialistas por debajo de los 123 escaños de abril

Viernes, 8 de noviembre 2019, 19:46

«Sí, estoy satisfecho; ha sido una campaña de menos a más», aseguró hoy Pedro Sánchez en la última de las más de dos docenas de entrevistas electorales que ha concedido a lo largo del último mes y medio. En público difícilmente podía decir otra ... cosa, pero la realidad es que en el PSOE se respira una inquietud profunda ante las elecciones del domingo. No es que nadie crea que existe el riesgo de perder ni siquiera temen que los tres partidos de la derecha formen gobierno. Lo que les preocupa es que el resultado de los comicios puede acabar siendo mucho más difícil de gestionar que el del pasado abril.

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Cuando a principios de septiembre los socialistas empezaron a asumir que su secretario general no estaba dispuesto a negociar más para evitar la repetición electoral, en privado expresaban ya muchas dudas. Sánchez había llegado a la conclusión de que volver a pasar por las urnas era el «mal menor», confiaba en salir reforzado gracias a un porcentaje del electorado dispuesto a cambiar de voto para facilitar la gobernabilidad, como le ocurrió a Mariano Rajoy en 2016 y, aunque asumía que seguiría necesitando los votos de Unidas Podemos, creía que podría prescindir en todo caso de los independentistas. No es eso lo que indican las encuestas. Ni mucho menos.

En realidad, nada ha salido como había calculado su jefe de gabinete, Iván Redondo, al que en el PSOE atribuyen casi en solitario la responsabilidad de la estrategia de campaña («para bien o para mal», dicen). Ni la situación de Cataluña ni el temor a una crisis económica, de la que se ha hablado menos de lo que habría cabido esperar, parecen haber convencido a los votantes más sensibles a ese tipo de argumentos de que los único garantes de la estabilidad son en estos momentos los socialistas.

Los sondeos diarios que se han realizado a lo largo esta semana (y que la ley electoral impide publicar) sitúan al PSOE muy por debajo de los 120 escaños, frente a los 123 de hace seis meses; el hundimiento de Ciudadanos, que puede perder más de 40 diputados, lo rentabilizan tanto el PP como Vox; Podemos resiste mucho mejor de lo que habían calculado en la Moncloa y los independentistas catalanes mantienen su fortaleza, con el agravante de que la CUP podría lograr entre uno y tres escaños.

Peso secesionista

En el PSOE aseguran que sus datos son algo mejores pero admiten que la situación es complicada. La idea de poder forzar al PP a una abstención técnica se complica si Pablo Casado siente el aliento de Santiago Abascal en su nuca. Sánchez, por si acaso, no ha cerrado la puerta en ningún momento a una investidura con el sí o la abstención de los secesionistas. Lo único que dice es que no hay ninguna garantía de que ellos estén dispuestos a apoyarlo, algo que es cierto dado el clima que se respira tras la sentencia del 'procés'.

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Ante este panorama, el presidente del Gobierno en funciones reiteró hoy que en 48 horas desde el domingo todos los partidos, salvo Vox, tendrán sobre la mesa una propuesta individualizada para desbloquear la formación de Gobierno, pero volvió a exigir que si no es posible el entendimiento se deje gobernar a la fuerza más votada. En los últimos días, incluido el cierre de campaña, el líder del PSOE ha recuperado el temor a la ultraderecha como elemento movilizador de la izquierda, pero en ningún momento ha dejado de apelar al voto más institucional y de centro.

En el partido reconocen que la incertidumbre es máxima y advierten de que aún hay que ver cómo transcurre en Cataluña la jornada de reflexión, para la que Tsunami ha convocado movilizaciones. «Todo –avisan– es muy volátil».

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