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Numerosas convocatorias que llegan a las redacciones suelen llevar agregado entre paréntesis este aviso: «Sólo gráficos». Es una manía perniciosa en la que incurren distintos convocantes, aunque más acusada entre los representantes públicos, bien desde sus cargos orgánicos, bien desde la Administración que ocupen. ... Una tendencia que iguala a todas las ideologías, un pecado que cometen sin distinción de credos. incluyendo a los flamantes dirigentes recién llegados al Gobierno riojano. Porque la coletilla «sólo gráficos» equivale en realidad a que el convocante no aceptará preguntas: sólo retratos. Esta fórmula, intitulada pomposamente como «declaración institucional», evita por lo tanto el escrutinio de los periodistas y permite a sus protagonistas irse a casa tan pichis luego de tomar a los miembros de los medios de comunicación como integrantes de su mariachi particular.
La frecuencia con que se perpetran estas ocurrencias alcanza una dimensión preocupante cuando entran en juego las más instituciones del Estado. El Gobierno de la Nación, por ejemplo. Siguiendo los desdichados pasos de la rueda-de-prensa-sin-preguntas que protagonizó el lunes Albert Rivera para comunicar su dimisión, los dos firmantes del pacto para la investidura de Pedro Sánchez dejaron para la posteridad una foto (sólo gráficos) y unas palabras (para periodistas mudos). Ninguno aceptó preguntas. Posaron para la fugaz inmortalidad abrazados, se sometieron luego al besamanos de sus partidarios y se marcharon dejando en el aire tantas certezas como incertidumbres. De una manera tan inelegante que evitaba el rosario de interrogantes que a cualquier ciudadano medio (periodistas incluidos) le venían en ese momento a la cabeza. ¿Por qué ahora sí y por qué en abril no? ¿Podrá el presidente conciliar el sueño con el pacto recién sellado que antes amenazaba con mantenerle insomne durante una legislatura? ¿Qué prioridades descuellan en el programa de Gobierno?
También Rivera hurtó el día anterior su propia serie de preguntas a los periodistas, a quienes trasladó sin embargo todo tipo de naderías respecto a su estado sentimental y la educación de su prole, al parecer trascendentes para que fluya la normalidad democrática. Una pena. Con su parte de autocrítica: ningún medio debería prestarse a semejante simulacro. Como solía decir la periodista Magis Iglesias, puede haber ruedas de prensa sin respuestas pero no sin preguntas: nadie debería impedir que los asistentes las formulen. Entonces se vería que en realidad el problema de nuestros políticos no reside tanto en que les molesten las preguntas: es que suelen carecer de respuestas
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