El efecto bumerán de unas elecciones a destiempo

El líder del PSOE priorizó sus urgencias a otras necesidades. Desdeñó el efecto disuasorio que su golpe de efecto podría provocar entre la ciudadanía que no pertenece al grupo de los convencidos a toda costa; aquellos que votarán socialista diluvie, nieve o caiga una canícula que invite a no salir de debajo del aire acondicionado o de la sombrilla playera. Y orilló el relevante trastorno que esta cita con las urnas iba a provocar en pilares del correcto funcionamiento del Estado como Correos, sometido al desafío hercúleo de tener que llevar a buen puerto -las urnas- 2,4 millones de votos postales.

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Hasta la medianoche del 23 de julio no se verificará si el manotazo de Sánchez al tablero al día siguiente del 28-M ha tenido alguna consecuencia benéfica para sus intereses o si bien ha terminado actuando como un bumerán intensificando la profundidad del cambio de ciclo. En ocasiones, se trata de circunstancias incomprobables incluso con un escrutinio nítido. Ocurrió con las autonómicas de Madrid de 2021: Pablo Iglesias se mostró convencido de que su decisión de abandonar la vicepresidencia del Gobierno para combatir contra Isabel Díaz Ayuso ayudó a mitigar el desgaste de los suyos frente a extendida percepción de que fue justamente su irrupción uno de los factores que catapultó a la baronesa del PP. El 23-J puede ocurrir lo mismo: que no lleguemos a poder dilucidar, en el caso de que se cumplan las previsiones de las encuestas más desfavorable para Sánchez, si fechar las generales tan a destiempo palió en algo la derrota o si, como el bumerán, la agravó.

Por de pronto, y siempre a la espera del veredicto de las urnas, estas elecciones amenazan con llevarse por delante a un CIS que ya arrastraba una pérdida de credibilidad sin parangón y están sometiendo a un examen enormemente exigente a Correos. Los requerimientos de Feijóo para que se garantice lo obvio -que la gente puede ejercer su derecho democrático- fueron formulados en un contexto discutible -un mitin de partido-, con una confusión evitable -la del candidato con su antigua presidencia de la empresa postal pública- y con una formulación tan equívoca como para alentar la tesis del «pucherazo» que él mismo tuvo que negar este jueves. Pero el reto de que este 23-J salga como debe interpela a quien convocó en esa fecha a contracorriente. Y la conversación pública se ha situado hoy ahí, en la solvencia del voto por correo opacando las investiduras de Carlos Mazón y María Guardiola gracias a Vox.