Vicente Vallés y Ana Pastor serán los moderadores del cara a cara electoral entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. EFE

Duelo al sol con Vox como arma para cazar el voto útil

Análisis 23-J ·

Sánchez y Feijóo suben hoy con su debate la temperatura de una campaña paradójica: uno y otro apelan a los electores de su rival con el argumento común de frenar a Abascal

Lunes, 10 de julio 2023, 00:04

Una ola de calor de derretirlo todo a su paso invade hoy el país con el interrogante en esta campaña tan rara de si la canícula encenderá, y hasta qué grado, el debate de esta noche entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Entre el ... presidente que se conduce en la carrera hacia el 23 de julio como si fuera el aspirante a la Moncloa y el candidato empeñado en no quitarse el traje presidencial que le acompaña desde sus cuatro mayorías absolutas en la Galicia a la que, como un regazo político, volvió a abrazarse ayer. El Sánchez que necesita caldear el ánimo de los suyos, pero que se ha recluido en las dependencias monclovitas a preparar el duelo al sol a diferencia de aquella comunión, cuerpo a cuerpo, con la militancis socialista que le restituyó en el liderazgo del PSOE tras su defenestración. El Feijóo del que su equipo dice que jamás pierde los nervios, que soporta mejor que cualquiera de sus asesores los test de estrés. El de este lunes de verano es de los potentes. Tanto como para que en Génova, que juega a caballo ganador según las encuestas, se revuelvan ante la cantinela de lo resistente que es Sánchez; de las óptimas prestaciones que ofrece en las luchas por el poder y en las lizas partidarias. «Como si Feijóo no fuera un rival difícil», rebaten los colaboradores del líder del PP, aferrados, como él mismo, a que ninguna encuesta previó en su día que iba a vencer con mayoría absoluta en Galicia. Una forma gráfica de confiar en que el electorado le acabará dando el espaldarazo definitivo si no para ese reto que hoy parece titánico, sí con suficiente holgura como para coronarse presidente sin las espinas de tener que meter a Vox en su hipotético Gobierno.

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Dicen los que saben de esto que salir triunfante de un cara a cara electoral puede reajustar hasta un 4% el voto en disputa; el tracking diario de GAD3 que se detalla en esta misma página sitúa hoy en siete puntos y medio la distancia entre el candidato a ser reelegido -en lo que, de conseguirlo, supondría dadas las circunstancias la madre de todas las batallas 'sanchistas'- y el aspirante a derogar ese mismo 'sanchismo'. Llega el presidente al debate con sus expectativas más oxigenadas, aunque sea a costa de la misma Yolanda Díaz con la que pretendía desactivar la radicalidad de Podemos. Llega Feijóo, tras el sainete extremeño, tocado esta vez por la ventaja comparativa de Murcia, donde lo mejor que podría pasarle en términos de credibilidad, a horas de vérselas con Sánchez, es que Vox tumbe la investidura de Fernando López Miras.

Sánchez y Feijóo difieren en todo lo que se conoce -formas, estilos, modelos-, salvo en dos cuestiones nucleares. La primera es de fondo, de ADN: una singular voluntad de poder que cada uno despliega a su modo. La segunda, coyuntural, es que ambos están utilizando un mismo ariete -que viene Vox- para salir a la caza del voto útil; del elector que disiente, aunque sea por motivaciones dispares, de que la extrema derecha disminuida en escaños pueda llegar, sin embargo, al Gobierno del país. Sánchez se permite pedir su papeleta a los simpatizantes del PP que no soportan verlo pactar con Vox y Feijóo, a los del PSOE espantados con esas mismas alianzas para que concentren sus energías en él con el argumento de que es la única alternativa real para dejar en su sitio -lejos de la Moncloa- a Abascal. Paradójica coincidencia de ese bipartidismo que vuelve por sus fueros.

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