Alberto Núñez Feijóo. AFP

Nervios de última hora

LA RECTA FINAL ·

Se entiende que ni unos ni otros estén tranquilos ante las elecciones del domingo. Lo que hay en juego es mucho

Lorenzo Silva

Viernes, 21 de julio 2023, 00:01

En esta extraña campaña, que ha transcurrido casi en su totalidad bajo el signo de la clara ventaja de los populares en los sondeos, sucede de pronto que en el tramo final, cuando ya no se puede publicar ninguna encuesta, aflora una suerte de nerviosismo ... generalizado. En la derecha, más de uno dudará de que haya sido una buena idea dejar que el debate final en TVE sirviera ante todo para que Yolanda Díaz se luciera, a costa de los tropiezos de Santiago Abascal. Por más que se trate de devaluarlo como el «debate de los perdedores», la audiencia no fue insignificante y la de esa confrontación va a ser la impresión postrera de la campaña que se lleven muchos.

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No habiendo ya sondeos públicos en los que apoyarse -o a los que combatir-, en las filas de la izquierda se advierte una ola de euforia acaso desmedida a partir de la noche afortunada de la vicepresidenta, a la que acompañó un Pedro Sánchez lejos de sus mejores momentos pero no tan desbaratado como en el debate con Feijóo. A este, además, se le puede cargar, vista la relativa urbanidad del debate a tres, la responsabilidad de los modos desabridos de su cara a cara con el presidente.

Se entiende que ni unos ni otros estén tranquilos. Lo que hay en juego es mucho. Para quienes aún gobiernan, el desalojo inminente de los ministerios y el regreso al paro de muchos que ahora cobran a cargo del Presupuesto. Para quienes tienen el Gobierno al alcance de la mano, cumplir esa expectativa o, por el contrario, ver abierto bajo los pies un abismo donde no les aguardan fauces de cocodrilos hambrientos, pero casi. Desde el espectro de un 'narco' cuyo oficio solo parecía ser invisible a los ojos de quien navegaba con él hasta una ambiciosa subalterna que cada día que pasa parece haber nacido menos para serlo.

Quizá eso explique alguna sobreactuación, algunos errores de bulto y, en general, que estos últimos días sean de los más grises, tediosos y destartalados de una carrera electoral que no se ha caracterizado por su brillantez. El cansancio de los líderes lo compensa solo a medias el ardor con que algunos anuncian 'in extremis' su voto, para exhortar a otros a evitar la catástrofe.

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Aún les queda un día. A ver qué jugo le sacan.

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