Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. E. C.

Lo de la mentira

La recta final ·

En este torneo de mentiras –o de cambios posicionales, o de inexactitudes–, la cuestión determinante es a quién le rinde más el argumento

Lorenzo Silva

Miércoles, 19 de julio 2023, 00:25

No hay mejor defensa que un buen ataque. A esta vieja y dudosa máxima –la cosa depende de la fuerza propia, la fuerza del oponente y el contexto del teatro de operaciones–, parece aferrarse la izquierda que renquea en todos los sondeos –salvo los cocinados ... por afines– para darle a la campaña la vuelta. Si a Pedro Sánchez lo han fustigado hasta la saciedad tildándolo de mendaz y traidor a su propia palabra, nada mejor que explotar a saco el instante en el que Feijóo, ante la gallarda firmeza de la periodista de TVE Silvia Intxaurrondo, se ratificó con un puntito de arrogancia en una afirmación que no se correspondía con la realidad de las cosas, como luego hubo de reconocer.

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Mentirosos todos, viene a ser el subtexto de esta ofensiva, de modo que al final –tal vez esa sea la intención– la mentira deja de ser relevante. Al cabo, sólo varía la coartada que cada cual ofrece para la discrepancia entre sus dichos y los hechos. Allí donde el presidente acabó haciendo algo distinto o incluso contrario de lo que se había comprometido a hacer, se trata según el interesado y los suyos de un «cambio de posición». Allí donde el aspirante a la presidencia manifiesta, incluso de modo terminante, algo que la realidad desautoriza, sólo existe, según su discurso y el de sus seguidores, una «inexactitud».

Creo que los dos saben que todos sabemos. El uno, que hay una cosa que se llama principios, y que si te obligas a algo en su virtud no es tan fácil cambiar de posición al respecto, ni mucho menos hacerlo tantas veces y tan abruptamente como hemos visto a lo largo de los casi cuatro años del Gobierno de coalición. El otro, que las inexactitudes repetidas, y siempre en beneficio de los propios intereses y jamás en su detrimento, tienen un aire como poco sospechoso. De que se endilgan a ver si cuela.

En este torneo de mentiras –o de cambios posicionales, o de inexactitudes–, la cuestión determinante es a quién le rinde más el argumento. Al partido gubernamental tal vez le convenga moderar su euforia por el traspiés del adversario y para lo que resta buscarse otro caballo de batalla. Entre quien te la intenta colar y quien ya acertó a colártela, el elector, abandonen toda esperanza, no va a preferir nunca el engaño consumado.

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