Los llamados y los elegidos
Campaña sobre campaña | Día 14 ·
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Toda lista electoral debe leerse como el resultado de una componenda. No es un concepto peyorativo, sino la consecuencia natural de un proceso de decantación, suma del caudal que como mínimo aportan tres afluentes al río madre que tributa en la papeleta. Los afines ... al número uno, cuya autonomía por otro lado está limitada por su disciplina respecto al partido, más los impuestos por la dirección para evitar que el candidato tenga la tentación de volar demasiado a su aire, y aquellos a quienes una vez se prometió algo, o ellos entendieron que algo se les debía por sus contribuciones pasadas, lo cual viene a ser un poco lo mismo: compromisos que se adoptan por activa y por pasiva y que exigen una respuesta. Si el candidato no los atiende, se arriesga a sufrir uno de esos espectáculos que protagonizan estos días los caídos en desgracia. Irse del partido. Abjurar de las siglas de toda la vida para buscar consuelo (y un hueco en las listas) en la competencia. Marcharse procurando que su decisión trascienda: Logroño es muy pequeño. La Rioja, también.
En algunos casos, la elaboración de listas equivale a la construcción de una filigrana. Puro arabesco. La propensión a contentar a todo el mundo suele desembocar en que casi nadie sienta colmadas sus ambiciones. A veces, ni siquiera los que ven sus nombres incluidos en la candidatura, porque aspiraban a un puesto de mayor relieve. Sobre todo en esta coyuntura de atomización del voto y fragmentación de la representación política: hay menos plazas vacantes para cumplir con los compromisos pendientes, una novedad que sufren sobre todo los partidos grandes, señaladamente el PP. En el antiguo modelo, era posible (y de hecho así sucedía) mover las sillas en función de un alambicado reparto de poder, porque los arquitectos de ese barullo sabían que habría tiempo (y opciones) para satisfacer a todo aspirante a una concejalía o un escaño en cualquier Parlamento o un puesto en el Ejecutivo. Pero en este nuevo tiempo esa posibilidad ha quedado amputada. Los hacedores de las candidaturas tienen que afinar con precisión suiza: pueden acabar enfadando con sus decisiones no sólo a los llamados, y luego decepcionados, sino incluso a los elegidos.
De modo que no debe extrañar tanto ese proceso de huida que protagonizan antiguos militantes y dirigentes del PP hacia Vox. Se trata de un movimiento similar al que vivieron los socialistas cuando a su izquierda emergió Podemos y sufrieron una deserción semejante, con resultados contradictorios. En un primer vistazo, puede concluirse que ese abandono hizo mella en la moral de sus filas. A medio plazo, sin embargo, sirvió para purificarse en las brasas del incendio declarado por quienes estaban hartos de no ver colmadas sus aspiraciones. Oxigenó su discurso y obligó a atender de una manera más detallada, menos soberbia, la voz de la calle. Así que es posible que cuando el PP presente este lunes su lista al Parlamento regional pueda observarse un fenómeno análogo. Se escucharán por Logroño, siempre tan pequeño, y por La Rioja a su propia escala, ugual de pequeña, los lamentos de los excluidos. Pero dentro de un tiempo, quién sabe. Es posible que este Lunes de Pascua del 2019 no sea el final de nada, sino el principio de todo.
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