Las elecciones del domingo fueron muy curiosas. El Partido Popular (PP) ganó, pero no podrá gobernar. El POSE perdió. Se quedó 16 escaños por detrás del PP, cuando partía con 47 por delante, pero está eufórico porque tiene, en las generosas manos de Pedro Sánchez, ... la posibilidad de gobernar.

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Antes tendrá que llegar a un acuerdo con ¡Puigdemont! que consistirá en algo raro que pueda presentarse en Cataluña como un referéndum en toda regla y en el resto como una vaga consulta, además de garantizarle al fugado que su estancia en prisión -eso no lo podrá evitar-, será tan fugaz como confortable. ¿Imposible? No creo, cosas más difíciles ha hecho y ahora ha podido comprobar que son mucho los que disfrutan con sus acrobacias y sus piruetas.

Entre todos hemos arruinado la presidencia de la UE, una ocasión única en la década

También ha demostrado que el sanchismo está forjado con materiales duros. Resiste la corrosión de los precios, es inmune a la erosión de la pérdida de poder adquisitivo e insensible al desgaste de los tipos de interés. De la macro, ni hablamos. El billón y medio de euros que debemos no le importa a nadie, el más que probable endurecimiento de los actuales requisitos de la estabilidad no le preocupa a nadie y el posible desfallecimiento de la inversión que puede provocar la inevitable inestabilidad del marco político no le asusta a nadie. Eso, o que todo ello se compensa con creces con la subida del Salario Mínimo, la creación de decenas de miles de empleos públicos y la actualización de las pensiones. El lema a seguir es, más o menos, éste: 'Quizás me llames tonto mañana, pero no te olvides de darme pan hoy'.

Como un eventual acuerdo entre PP y PSOE para evitar el desastre es una quimera, la alternativa a este quilombo, a esta ensalada de siglas y al amontonamiento de exigencias y egoísmos es repetir las elecciones. No sé qué es peor. Aguantar esta situación hasta Navidades me parece insufrible, y ¿Luego? ¿Qué cambiaría y cómo cambiarían los resultados? De momento y entre todos hemos arruinado la presidencia de la UE, una ocasión única en la década. ¿Quien y con qué autoridad hablará por España en las negociaciones del nuevo Pacto de Estabilidad, qué compromisos podrá adquirir en esta situación, qué será de la política energética? ¿Seguirá el gobierno, a su bola, con el reparto de los fondos europeos, con el aumento de la deuda? ¿A cuánto ascenderá el pago de los apoyos? Y no se queje, que no le pregunto por quién los pagará. Porque eso ya lo sé.

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