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Unidas Podemos se enfrenta en esta campaña a una paradoja política de difícil resolución. Por un lado mantienen firmemente que la culpa de la repetición electoral fue de Pedro Sánchez, quién, según su relato, les «engañó» este verano. Pero por otro, son conscientes de ... que el día después de las generales necesitarán volver a negociar con el PSOE para no verse relegados a ser una fuerza secundaria de la oposición en la siguiente legislatura y sin perspectivas de «asaltar los cielos». Pablo Iglesias, con este temor entre pecho y espalda, ha colocado toda su artillería contra el bipartidismo deslizando la sospecha entre los votantes de izquierda de que en Ferraz llevan tiempo diseñando una gran coalición junto al PP.
En este difícil equilibrio solo existe una certeza clara para la formación morada, necesitan contener la fuga de sus votantes para hacer frente con garantías a los imprevisibles escenarios que surgirán la noche del 10 de noviembre. Algo que ya no parece una quimera con unos resultados en las encuestas que no son tan negativos como a priori auguraban los expertos. El último sondeo del CIS les otorga un 12,3% de los votos, un número no muy alejado de su resultado el 28-A, cuando reunieron el 14,3%.
Iglesias y su equipo han diseñado una estrategia electoral de izquierda «de verdad», contraria a la de los socialistas que, en el discurso de Podemos, se ciñe a prometer en las campañas y no cumplir cuando gobiernan.
El líder de los morados parte, sin embargo, con un pecado original. ¿Por qué no aceptó en junio pasado la oferta de Pedro Sánchez para formar un gobierno de coalición? Un interrogante para el que muchos en Podemos no tienen respuesta. El argumento de que era un regalo vacío no acaba de convencer porque estar en el Consejo de Ministros y contar con una vicepresidenta no es «la casita del perro» que desdeñó la dirección del partido.
Otro de los miedos de Podemos era la llegada al terreno de juego de Más País, el partido de Íñigo Errejón. Sin embargo, y pese a la curiosidad que generaron al principio, los 'errejonistas' no alcanzarán las expectativas que algunos alimentaron en un primer momento, como preveían en la cúpula morada.
Iglesias evita referirse a su exnúmero en Podemos. No quiere dar tres cuartos al pregonero y, argumentan los estrategas, cuanto menos de hable de Errejón, menos relevancia política y mediática tendrá. Además, hay que evitar el fuego amigo porque es el que más daño causa.
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